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Isabel Durán

El Pacto secreto entre Gobierno y PNV

El PSOE está pactando en secreto un acuerdo con el PNV para dar un giro estratégico a la política nacional con consecuencias en varias direcciones. El transcurso de las negociaciones se resume en siete claves que pasamos a descifrar.
 
Primera: El pacto, si todo sale bien, consiste en que Juan José Ibarretxe retire su plan a la vuelta de verano, lo que no ha trascendido todavía es el precio que pagará el partido de ZP.
 
Segunda: El acuerdo se está negociando en Madrid en la carrera de San Jerónimo y tiene como interlocutores encargados de cerrar todos los flecos a los respectivos portavoces de ambos grupos, Alfredo Pérez Rubalcaba y Josu Erkoreka.
 
Tercera. Las negociaciones suponen de hecho puentear a Patxi López de quien no olvidan el grave error que cometió cuando, en plena euforia tras las generales de marzo, ofreció públicamente al PNV un pacto de gran calado a cambio de la retirada de su plan secesionista.
 
Las escasísimas personas que están en los entresijos de la negociación consideran que, al hacer público el ofrecimiento, el secretario general de los socialistas vascos pudo cortocircuitar la capacidad de maniobra del PNV debido a que lo que se pretende es que, de cara a la galería, la iniciativa parta del partido de los seguidores de Sabino Arana.
 
Cuarta. En este sentido, las negociaciones están avanzadas en algunos aspectos concretos como el inminente movimiento de ficha por parte del Gobierno respecto a los presos de la banda ETA, asunto del que habrá novedades en las próximas semanas, en plena vorágine informativa de la comisión de investigación de los atentados del 11-M, momento en que los ciudadanos incluso serían más proclives a una solución pactada del conflicto vasco, según sus cálculos. De aperitivo, el Ejecutivo acepta como muestra de talante la vuelta a la Universidad del País Vasco de los terroristas presos. De postre, las nuevas "tomas de temperatura" con la banda reconocidas por el presidente del EBB con el visto bueno de Interior.
 
Quinta. Hasta la fecha, ZP ha echado mano generosamente de la chequera. A cuenta de los españoles su política de gestos lleva abonados en pocos días el desbloqueo de la liquidación del cupo, la ampliación de la Ertzaintza –pagada por todos– y el abono de los gastos del Prestige. El precio únicamente por el apoyo a la ley de Estabilidad, es prohibitivo salvo pactos bajo la mesa que aflorarán en su momento. 
 
Sexto. Si llegan a buen puerto, los acuerdos del Partido Nacionalista Vasco con el Gobierno de ZP se materializarán dejando en la cuneta a Esquerra Republicana, con lo que el inquilino de La Moncloa se quita de puertas afuera la hipoteca de Carod Rovira y de paso deja manos libres al tripartito. La estrategia incluye un colosal efecto de venta de imagen para el Gobierno del talante y del diálogo, ya que el mensaje será que Zapatero atrae a los nacionalistas hacia España y aparca las tensiones provocadas exclusivamente por el talante autoritario del PP de los anteriores gobiernos de Aznar pero reencarnado en Mariano Rajoy.
 
Y séptimo. Una nueva aritmética parlamentaria, más sencilla aparentemente para el PSOE, se impondrá desde el momento en que se escenifique la puesta en escena de los acuerdos entre Rodríguez Zapatero e Ibarretxe. A los 164 diputados de Ferraz, junto con los siete de los nacionalistas vascos, le suman los tres escaños de coalición canaria y sólo necesitan atraer a dos de los del grupo mixto. Los socialistas han pensado en los dóciles diputados del BNG, necesitados de más cancha en el panorama nacional para no desaparecer del mapa gallego tras el varapalo sufrido en las europeas y el retroceso de las pasadas legislativas. 
 
El PSOE consolidaría así una mayoría absoluta con sólo tres partidos. Y de paso, Moncloa borra de un plumazo de la escena política nacional a Convergencia i Unio y al partido de Gaspar Llamazares, convirtiéndoles en ceros a la izquierda vivientes. Con esos tres grupos, el PSOE se garantiza, además, una aparente estabilidad y consolida su imagen de dialogante, según los cálculos del jefe de los socialistas en la Cámara Baja y auténtica materia gris del pacto a quien el presidente del Gobierno ha concedido plenos poderes sin interferencias monclovitas ni de los de Ferraz que ni siquiera están en la pomada. 
 
Sólo los leones del congreso y poco más están siendo testigos mudos del cambio de rumbo en la política nacional que se está fraguando por encargo de un Zapatero que lo necesita como el respirar tras el empate con los populares en las europeas a tan sólo mes y medio de erigirse en presidente. Tras una política efectista, demagógica y electoralista que tan escaso rédito le ha producido, ZP pretende pasar a la historia como el hombre que resolvió la cuestión vasca. Todo esto se cuece en los aledaños del poder de espaldas a los propios partidos y a la opinión pública. Sólo quedan dos dobles interrogantes: ¿Hasta dónde está dispuesto ZP en su cesión de España a los nacionalistas vascos y por ende, en qué términos están pactando los de Ibarretxe con ETA y su entorno?; ¿Qué dará a cambio a Maragall para taparle la boca al tripartito y cómo se materializará su prometido reino de Taifas catalán?
 
Continuará.

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