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Isabel Durán

El puro, de naranja y sin complejos

A partir del XV congreso, Mariano Rajoy Brey será el único responsable de lo que al PP le suceda. Eso sí, tiene el mejor bagaje y la mejor herencia jamás recibida por un partido en la oposición

Hace un par de veranos, la canción que causó estragos decía en su estribillo, "aunque parezca mentira, me pongo colorado, cuando me miran". Pues bien, revestidos de naranja, el color de moda, esperemos que el Partido Popular deje de ponerse colorado y afronte la nueva etapa de oposición de frente y sin medias tintas. Resultará saludable para su organización, la más grande de España con sus casi 700.000 militantes e imprescindible para que los casi diez millones de personas que a pesar de la infame campaña antidemocrática orquestada para que perdiera las elecciones, depositen en el futuro su confianza en la formación de la calle Génova.
 
Comienza la era Rajoy. No lo fue en septiembre de 2003 cuando Aznar le designó sucesor entre la terna Rato-Oreja simplemente porque las miradas seguían puestas en José María Aznar, y porque todos los partidos del arco parlamentario hicieron del presidente del Gobierno el blanco a derribar a cualquier precio a pesar de que no se presentaba a las elecciones. A partir del XV congreso, Mariano Rajoy Brey será el único responsable de lo que al PP le suceda. Eso sí, tiene el mejor bagaje y la mejor herencia jamás recibida por un partido en la oposición: gobierna en 10 comunidades autónomas y en 30 capitales de provincia además de en 19 diputaciones provinciales. Es la primera fuerza política en el Senado donde cuenta con 126 representantes, sólo 7 menos que la totalidad de las formaciones políticas restantes y con 148 diputados de los 202 que componen la suma total del PSOE y sus socios nacionalistas y de izquierdas. Ello sin contar que en el momento más dulce tras la victoria de Rodríguez Zapatero y sus aliados del 14-M se produjeron las elecciones europeas donde el partido de la gaviota consiguió un empate técnico con el del puño y de la rosa.
 
La política de todos contra el PP dio sus frutos a lomos del atentado terrorista más grave de la historia de España. Pero durante sus ocho años al frente del Gobierno de la nación el PP cometió errores inexplicables que actuaron de acicate. El primero y más grave la prepotencia y la chulería que le aisló no del juego de la democracia del diálogo con quien no quería dialogar, sino que le aisló de los suyos, de quienes les apoyaban, de su base social. Consecuencia de ello fue que el gobierno popular entregó a Polanco el monopolio de las plataformas digitales, nutrió sus huestes con postes radiofónicos incumpliendo sentencias del Tribunal Supremo y escondió la cabeza ante la ilegalidad de la televisión local. Esa hidra alimentada de odio y hambrienta de poder que dirige a Rodríguez Zapatero a su antojo acabó por echarles inexistentes terroristas suicidas a la cabeza, les acusó de golpismo en las horas previas a las elecciones, les llamó asesinos a las puertas de sus sedes y les dejó noqueados hasta hoy, seis meses después.
 
Al partido de Génova le sobran personajillos de salón, nacidos para la moqueta y el compadreo con quienes les detestan, que piden perdón por tener una base social de derechas, por no haber robado, por no haber utilizado el terrorismo de Estado, por haber situado a España como la octava potencia del mundo y por estar al lado de Bush en la lucha contra el terrorismo. Y es que el PP, cuando estaba en el Ejecutivo, se echó en manos de una guardia pretoriana que actuó de cinturón de hierro y por conseguir, consiguió que hasta los inquilinos de la Moncloa fueran los personajes más vituperados y aborrecidos incluso por sus propios seguidores, empezando por algunos de los miembros del Gobierno.
 
Hay un antes y un después del 11-14-M en España. Rajoy, con la herencia del mejor presidente que jamás tuvo la democracia, tiene dos opciones. Fumarse un puro y conseguir que el renovado PP naranja deje de ponerse colorado para defender sin complejos los intereses de los diez millones de españoles que todavía hoy le apoyan o seguir compartiendo sus responsables mesa y mantel con el ejército de prisíacos y sus satélites de la prensa nacionalista y de izquierdas que tan excelentes resultados les ha reportado. Todo un reto.

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