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Isabel Durán

Felipe González y Apolo en el Olimpo monclovita

Embebido de sí mismo, con su habitual sonrisa de mofeta, el ex presidente reveló el vademécum del nuevo socialismo

Dos mil doscientos años después por fin sabemos el lugar de la mujer en el mundo. Hasta ahora conocíamos las prehistóricas Venus de Willendorf o de Savignano pasando por la helénica de Milo, las renacentistas de Botticelli o la velazqueña del espejo que en solitario o en magníficos bodegones estéticos coronan con su presencia parte de la imaginería sobre el mal llamado sexo débil en la Historia. Desde este verano unas nuevas estrellas han aparecido en el universo de la iconografía plástica y pasarán por derecho propio a los anales de la conquista de la mujer en el siglo XXI: las Venus, perdón, las Voguenus de La Moncloa o de ZP que para eso es su jefe e impulsó su salida al estrellato en la revista más elitista del firmamento editorial de género.
 
La imagen de estas nuevas majas versión española y moderna del semanario Vogue es la reivindicación personificada de la igualdad entre hombres y mujeres. Lo que para los guardianes de las esencias de la izquierda ha sido tan sólo una "torpeza", --o sea la increíble aparición de las ocho ministras del primer gobierno paritario de la historia de España, con vicepresidenta incluida posando a las puertas de La Moncloa cual diosas de la fortuna y del glamour-- no supone sino un auténtico atropello a la mujer, sin vuelta de hoja. Pero su versión edulcorada de la metedura de pata es además una ofensa a la inteligencia.
 
Las noveles sacerdotisas de la izquierda dispuestas a encarnar con su natural elegancia a la nueva fémina profesional crean escuela no sólo en las formas sino en su particular y sectaria forma de gobernar. Así, la nueva directora de la Biblioteca Nacional, tan profesional ella, se llevó la mayor alegría de su vida con la pérdida del poder del PP –que no de Aznar ya que no se presentó por voluntad propia— más incluso que cuando murió Franco. En cuestión de talante democrático y buen rollito la élite pensante del puño y de la rosa no distingue entre sexos a la hora de deleitarnos con sus declaraciones. En plena canícula, animado por la euforia que ha convertido a casi todos ellos en incontinentes verbales, Felipe González Márquez posó con su cuerpo serrano en su periódico de cabecera. Y habló.
 
Embebido de sí mismo, con su habitual sonrisa de mofeta, el ex presidente reveló el vademécum del nuevo socialismo. Fino y sutil, como siempre, reveló que ahora tiene "60 pavos y pavas persiguiéndole para entrevistarle" debido a su incursión en el tan proletario mundo de la joyería de la mano de la también pobre de solemnidad y conocida peletera del rojerío progre de abultada billetera, Elena Benarroch, La Bernarroch para sus íntimos. Comenta locuaz González que "a las señoras Visa Oro" les gustan sus piedras. Como la materia prima le cuesta hasta 6.000 euros el pedrusquito, se lamenta de que debe dar cuentas al fisco como el resto de los vulgares trabajadores. Añade que aunque Rato le "trataba bien", Solbes le va "a dar una hostia". El sabrá por qué. Como colofón dice que Narcís Serra le ha regalado a su señora, La Romero, un yorkshire "de 200 gramos que parece un pollo tomatero, versión reducida, como Aznar".
 
Para nostalgias de José María Aznar el pupilo de González, nuestro Apolo versión actual reconvertido en ZP que con tan buenos ojos vio el posado de sus Voguenus. En aguas menorquinas Rodríguez Zapatero puso nacionalidades en el anzuelo para que las pescara Pasqual Maragall en el Llaoud utilizado por Aznar. Como no podía ser menos, nos deleitó también en el I Verano Triunfal con el look del nuevo socialismo, esta vez en braga náutica. Adentrados ya en la pesca de altura, deslumbrados y ebrios de poder, Apolo y sus Voguenus tienen su gran cita partir de ahora con los destinos dinerarios del país, momento en que se plasmará su política de mano firme y gran criterio, como por otra parte les caracteriza.
 
Los futuros presupuestos auspiciados en el Olimpo monclovita donde nuestro flamante presidente de las buenas palabras nunca pensó que cumpliría sus 44 primaveras, prometen sacar anzuelos diversos y contentar a todos. A todos, menos a los mortales del populacho que ya podemos prepararnos con la rutilante llegada de ZP y sus mujeres en escorzo adorados por el coro de pedigüeños periféricos dispuestos a esquilmar España, o lo que vaya quedando de ella.
 
Septiembre se despereza y se sacude el atolondramiento del estío. Ahora podemos estar tranquilos. Sabemos que desde el templo del nuevo socialismo ZP y sus Voguenus velan por el bienestar de todos y todas.

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