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Isabel Durán

La República de ZP

Alfredo Pérez Rubalcaba en Interior ofrece garantías a la caza de los elementos policiales incontrolados que delatan que la instrucción sumarial del 11-M ha sido teledirigida, al tiempo que garantiza el desmantelamiento del ministerio en la lucha contra E

No ha podido estar más acertado el presidente en su crisis de gobierno. Justo antes de cumplir su segundo aniversario en la Moncloa, el jefe del Ejecutivo salido de las urnas el 14-M de 2004, tras el mayor atentado de la historia, ha dado un golpe de mano a su Gabinete convirtiéndolo en el más duro, opaco y radical de la historia de la democracia. Es el cambio imprescindible para el inicio del nuevo modelo de Estado que proclama abiertamente ya el "presidente rojo".

Revolución encubierta destapada por la persona que con más criterio y autoridad podía certificarla. El presidente socialista de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados que ha mercadeado con la nación española, ha dictaminado que España lleva camino de su disolución. Según Alfonso Guerra, tal y como ocurrió en la Unión Soviética, el único objetivo de la liquidación del Estado actual es que los nacionalismos (en este caso junto con el socialismo gobernante) se mantengan en el poder a perpetuidad. Que nadie se lleve, pues, a engaño.

El presidente Rodríguez ha utilizado magistralmente los tiempos. Con la petición de dimisión encima de la mesa desde hace tres meses del ministro de Defensa, Zetapé ha esperado al nacimiento del principio del fin de España, de la mano de la banda terrorista ETA, para aprovechar la salida de Bono y situar estratégicamente a sus más férreos peones. Tras la aprobación del Z-eta-tuto y la consecuente llegada del alto el fuego, lo importante es controlar el proceso de disolución. Y para ello, pieza vital es la información, o mejor dicho, la desinformación.

Con José Antonio Alonso al frente de Defensa –un ministro capaz de defender empecinada y reiteradamente la detención ilegal de dos españoles–, Zapatero se asegura el marcaje a los espías, y por tanto, la depuración de cualquier dato relevante no afecto a la causa. Alfredo Pérez Rubalcaba en Interior ofrece garantías a la caza de los elementos policiales incontrolados que delatan que la instrucción sumarial del 11-M ha sido teledirigida, al tiempo que garantiza el desmantelamiento del ministerio en la lucha contra ETA. Zapatero se asegura así un futuro de pacto con los encapuchados blanqueados, en Navarra y en el País Vasco y por ende la expulsión clave del PP de los bastiones de resistencia moral y de gobierno, vitales en el tablero de la antigua Nación española.

El resto, la deslegitimación de la derecha, el anticlericalismo, la persecución de los no adeptos o el cierre de medios de comunicación, ya está en marcha. Los valores de la Segunda República reivindicados por Rodríguez, mientras disuelve España, son nítidos. Entre tanto, mientras la Monarquía le sea útil, la mantendrá. Su baza es reivindicar unas Cortes republicanas que acusaron a Alfonso XIII de alta traición y le privaron de cualquier derecho para él y sus sucesores. Es la República de ZP, que será monárquica hasta que Polanco y Cebrián quieran.

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