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Isabel Durán

Un Gobierno que no miente

Nadie sabe qué es antes, si el huevo o la gallina. Es decir, si Polanco manda en Zapatero, que parece lo más lógico, o Zapatero trastea a Polanco.

Cuenta una nueva hagiografía sobre Felipe González que durante la etapa previa al 35 Congreso del PSOE, que se saldó con el conocido duelo final Bono-Rodríguez Zapatero y la consabida victoria del último, hubo otro dirigente perteneciente a la formación política fundada por Pablo Iglesias que quiso presentarse y que no se atrevió finalmente a hacerlo.

Se trata de José Borrell, un político que había degustado las mieles de ser el mandamás de los socialistas tras el fracaso de Almunia, pero que salió por piernas debido a los furibundos ataques periodísticos del grupo de Jesús Polanco, que acusó a sus hombres de confianza y amigos de una mafiosa trama de corrupción en Hacienda cuando Borrell era su máximo jefe. Pues bien, el actual presidente del Parlamento europeo desistió de convertirse en candidato y pugnar por la secretaría general del partido. Tuvo miedo. No porque temiera perder, que era lo más probable, sino porque habló con el grupo PRISA y le dijeron que "iban a ir a por el" (sic). Todo un ejemplo de limpieza de juego y lección de democracia del socialprisismo gobernante.

El caso viene que ni pintado con el colapso democrático en el que nos ha sumido Zapatero y su buque insignia de "control de calidad" que es el imperio de don Jesús. Nadie sabe qué es antes, si el huevo o la gallina. Es decir, si Polanco manda en Zapatero, que parece lo más lógico, o Zapatero trastea a Polanco. Lo cierto es que entre unos y otro han sumido a España en una situación política sin precedentes, extremadamente delicada, donde un Gobierno presuntamente democrático, un Gobierno que debiera serlo de todos los españoles, es un monigote en manos de los terroristas con la aquiescencia y el beneplácito del más poderoso grupo mediático del país y del resto de los coros y danzas esparcidos por la variopinta geografía de la, con perdón, realidad nacional de la nación de naciones. Pero a ver quién es el guapo que se atreve a contravenir al mundo feliz oficial polancomonclovita.

Con los dos años largos de Zapatero en La Moncloa y los primos de Zumosol periodísticos apoyándole ya no existe la realidad objetiva. Los hechos no son hechos, ¡eso es franquismo! Todo depende y nunca mejor dicho, del color del cristal con que PRISA lo mire: los metros cuadrados de manifestantes dependen de quienes sean los convocantes, las hectáreas devastadas por el fuego del color del Gobierno responsable, la invasión de inmigrantes diaria de la Unión Europea que no ayuda, etc. Tenía razón Rubalcaba. Los españoles no nos merecíamos un Gobierno que nos mienta, lo que nos merecemos es que nunca nos digan la verdad porque la verdad no existe. Y cuidado con llevar la contraria.

En España

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