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Jaime de Piniés

Aire fresco en EEUU

En los EEUU se palpa un mayor optimismo. La subida de los tipos de interés se puede interpretar como la reacción natural a una recuperación en la tasa de crecimiento.

Una reciente visita a los Estados Unidos me afianza la noción de que sopla aire fresco y no solo el frío polar que acosa al país antes de haber empezado el pleno invierno y que llegó a tumbar un estadio de futbol tras unas nevadas dignas de mención. Se notan vientos de cambio en la economía, semanas después del revés sufrido por la Administración Obama y que ha obligado a mantener durante dos años más los recortes impositivos de la administración republicana de Bush para todos los contribuyentes. A esto se une un nuevo paquete de estímulo público y la segunda fase de una política monetaria laxa, el famoso "quantitative easing" del presidente de la FED, Ben Bernanke, por lo que ya empieza a revisarse mayoritariamente al alza el crecimiento previsto para el país norteamericano para el año 2011, pasando las previsiones del PIB real del 2,3% a rozar, ahora, el 3%.

Las empresas norteamericanas están preparadas para crecer y tienen mucha liquidez. Es tan abultado su balance que más de un inversor ha empezado a levantar la voz y a exigir que si no saben qué hacer con todo ese dinero que lo devuelvan vía dividendos. En vista de lo cual no es de extrañar que las empresas empiecen a incrementar sus inversiones. Las expectativas de gasto en bienes de equipo para el próximo año ascienden hasta un 4%. Pero en un ambiente donde el consumo no termina de arrancar, algo que no hará hasta que no se doble la esquina del paro, el cual alcanza el 9,8% y cerca del 15% si se tienen en cuenta todos aquellos que han dejado de buscar activamente un puesto de trabajo y los jóvenes que nunca lo han intentado y se mantienen alejados del mercado de trabajo por las dificultades en encontrar un empleo, es difícil esperar que las empresas norteamericanas se entreguen a fondo al cometido e inviertan. Mientras la demanda agregada americana provenga de las arcas del Estado, difícilmente podrán crearse más puestos de trabajo permanentes.

Por otro lado, las acciones del sector público norteamericano empiezan a preocupar a las agencias de rating. Hemos visto como esta semana Moody’s rebajaba la perspectiva de la economía estadounidense a "negativa" y por tanto poniendo en peligro la triple A; precisamente este último estímulo hace más difícil contener la deuda pública. No es de extrañar. Los Estados Unidos ya tiene una deuda pública en relación a su PIB del 92,7% y el Fondo Monetario Internacional prevé que alcance 110% en el año 2015.

Pese a todo, en los Estados Unidos se palpa un mayor optimismo. La subida de los tipos de interés, con un bono a 10 años cuyo rendimiento llega a superar el 3,3% y con un diferencial de más de 30 puntos básicos en relación al bund alemán, se puede interpretar como la reacción natural a una recuperación en la tasa de crecimiento. También es cierto que esta el trasfondo de una economía que cava su tumba inflacionaria. Es cierto, pero, de momento, se respiran aires de cambio.

De vuelta a España, el panorama es justo la cara opuesta. Un diferencial de 260 puntos básicos en relación al bono alemán es preludio de un nuevo batacazo. Es muy dudoso que el Gobierno de Rodríguez Zapatero llegue a tener tan siquiera el descanso de meses. Bueno sería que yo me equivocara.

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