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Jaime de Piniés

Premiados por seguir las sugerencias alemanas

Los mercados parecen dispuestos a premiar nuestra economía en cuanto ven un compromiso para mejorar las cifras.

El maremoto-tsunami de Japón, la posterior crisis nuclear y, ahora, la guerra con Libia son cuestiones que afectan a todos los países y muy especialmente a España. Las tragedias en Japón implican que el PIB del país del sol naciente crecerá muy por debajo de la estimación anterior al maremoto, del 1,6% para el año en curso. Es posible que Japón vuelva a entrar en recesión. La reconstrucción del país también supone desviar fondos financieros al mercado nipón, todo lo cual incide encareciendo el coste de financiación para todos los demás países. Entren ellos, España.

Por otro lado, las revueltas democráticas en los países del Magreb y Golf Pérsico ya han provocado la subida de los precios de los hidrocarburos y apuntan con una clara tendencia al alza. Esto es una pésima notica para España con su fuerte dependencia energética. Y aunque nuestro Gobierno ha hecho muy bien, justo es reconocerlo, en participar en la intervención armada contribuyendo con soldados, aviones y buques de guerra para hacer cumplir la resolución de la ONU en Libia, lo cierto es que estos efectivos militares y un compromiso esencialmente sine die complicará aún más el objetivo del déficit público del 6% a nuestro país.

Por ello, hay que felicitarse de que las subastas de deuda pública de España de la pasada semana hayan salido tan airosas. El mercado ha premiado a España creyéndose que el Gobierno del Sr. Rodriguez Zapatero hará caso a la Sra. Merkel y va a poner en marcha las reformas del mercado de trabajo: ligar estrechamente los salarios a la productividad; y crear la legislación necesaria para frenar el déficit público de las comunidades autónomas. La credibilidad, ya lo hemos explicado en otras ocasiones, inclina la balanza a favor o en contra. Sirva como contraposición lo que está ocurriendo en Portugal, donde podemos observar una tensa realidad, debido a la situación creada por la suspicacia de la oposición para refrendar las últimas reformas económicas propuestas por el Gobierno del Sr. Sócrates y con ello poder acceder a los fondos del pacto por el euro.

Prueba de lo anterior es que el diferencial entre el bono español y el alemán a diez años ha cedido y se encuentra por debajo de los 200 puntos básicos en 193. Elevado, es cierto, pero apunta en la buena dirección. Paralelamente, el euro también se ha visto compensado por la buena acogida de la deuda española y el dólar depreciado a niveles de 1,42. Sin embargo, el diferencial portugués frente al bono alemán sigue anclado en 420 puntos básicos.

Ahora bien, no echemos las campanas al aire. La gran incógnita está en si en España saldrá adelante la reforma laboral que limita los sueldos a la productividad y si se llegará a meter a las comunidades autónomas en cintura. Como hemos visto, los mercados parecen dispuestos a premiar nuestra economía en cuanto ven un compromiso para mejorar las cifras, no obstante, la realidad inexorable es que el ritmo de crecimiento mundial será menor debido a la crisis de Japón, y que nuestra tasa de crecimiento también se verá afectada negativamente debido a la escalada de los precios de los hidrocarburos y el gasto militar en Libia. Confiemos pues que nuestro Gobierno siga firme en su propósito de hacer cumplir las sugerencias alemanas. Los mercados lo apreciarán.

En Libre Mercado

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