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Jaled Abu Toameh

¿Pueden los palestinos celebrar unas elecciones libres y limpias?

Para la Autoridad Palestina, la decisión de celebrar nuevas elecciones municipales es una apuesta formidable.

Para la Autoridad Palestina, la decisión de celebrar nuevas elecciones municipales es una apuesta formidable.
Mahmud Abás.

La reciente decisión de la Autoridad Palestina (AP) de celebrar elecciones municipales el 8 de octubre ha generado el temor entre los palestinos de que dicha decisión dé lugar a más inseguridad y anarquía, especialmente en la Margen Occidental. En las calles se habla de que las elecciones serán cualquier cosa excepto libres y limpias.

La decisión fue tomada durante una reunión del Gobierno de la AP, encabezado por el primer ministro Rami Hamdalá, el 21 de junio en Ramala. Habrá comicios en 407 municipios, 382 en la Margen Occidental y 25 en la Franja de Gaza.

Las últimas elecciones locales palestinas se celebraron en 2012, pero sólo en la Margen. Hamás, que controla Gaza, no participó en ellas. En principio iban a celebrarse en 2010, pero se retrasaron dos años por la continua lucha de poder entre Hamás y Fatah, la facción que domina la AP en la Margen.

Hamás no ha anunciado aún su posición sobre las municipales del 8 de octubre. Los líderes del movimiento islamista en Gaza dijeron la semana pasada que aún seguían debatiendo y consultando con otras facciones palestinas al respecto.

En el pasado, Hamás justificó su decisión de boicotear las elecciones mencionando la constante represión de la AP contra sus seguidores y representantes en la Margen. Esta campaña de represión –explicaba Hamás– aseguraba que las elecciones no se celebraran en un ambiente de limpieza y libertad. “¿Cómo puede cualquier concurrir un representante de Hamás, si la AP arresta todos los días a nuestros hombres en la Margen Occidental?”, se lamentaba un alto cargo de Hamás en Gaza.

Las crecientes tensiones entre las dos organizaciones y la persistente represión de la AP contra los seguidores de Hamás en la Margen hacen improbable que el movimiento islamista acepte participar en la votación del 8 de octubre.

Tras el anuncio del Gobierno de la Autoridad Palestina de que las elecciones se celebrarán en octubre, Hamás dijo que, aunque está de acuerdo con la idea, aún tiene muchas preguntas al respecto. Portavoces de Hamás dijeron que sus representantes prevén celebrar nuevas consultas con los líderes de varias facciones palestinas, incluida Fatah, “para garantizar el éxito de los comicios y asegurarnos de que constituyen un primer paso para terminar, y no agravar, la crisis entre Hamás y Fatah”.

La disputa que desde hace una década mantienen Hamás y Fatah sigue viva. El último intento de poner fin a la guerra, que tuvo lugar en Qatar a principios de este mes, se saldó con un completo fracaso. Las dos partes han estado desde entonces responsabilizándose la una a la otra de que se hubiesen arruinado las conversaciones de reconciliación. La opinión pública palestina, entre tanto, parece haber perdido confianza en Fatah y Hamás, en particular tras los fallidos esfuerzos saudíes, egipcios y qataríes de terminar con la lucha de poder entre ambos.

Los analistas políticos palestinos dicen que las diferencias entre las partes siguen siendo tan notables como siempre, ya que Hamás sigue resistiéndose a las demandas de Fatah de que renuncie al control sobre Gaza. Además, Hamás sigue exigiendo que sus empleados en la Franja sean incorporados a la nómina de la AP. La negativa de Hamás a reconocer los Acuerdos de Oslo entre Israel y la OLP es también otro escollo para la reconciliación. La AP insiste en que si, quiere unirse a un Gobierno de unidad palestino, Hamás debe cumplir todos los acuerdos firmados entre los palestinos e Israel, incluidos los Acuerdos de Oslo.

Algunos palestinos están convencidos de que Hamás no está en absoluto interesada en celebrar nuevas elecciones, porque no quiere que tenga lugar un proceso democrático en Gaza. Ramzi Rabah, miembro destacado del Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP), dijo que no le sorprendería que Hamás decidiese boicotear los comicios. “Hamás ha estado obstaculizando las elecciones en los últimos años”, acusaba;

Hamás quiere que corromper el proceso político y democrático en la Franja de Gaza. Hamás no tiene interés en votación alguna. Los consejos locales están ahí para servir al pueblo. Hamás prefiere los nombramientos y el control a la fuerza, y eso no sirve a los intereses de los palestinos.

Para la AP, la decisión de celebrar nuevas elecciones municipales es una apuesta formidable.

En primer lugar, si Hamás decide participar, sus representantes podrían ganar fácilmente en varias ciudades y pueblos palestinos, especialmente en el área de Hebrón y en el sur de la Margen, donde Hamás cuenta con muchos seguidores y es considerada más popular que la AP y Fatah. Así que la AP sólo puede esperar que Hamás decida evitar la votación. Una derrota de Fatah en las municipales tendría repercusiones en las futuras elecciones al Parlamento y la Presidencia de la AP. Lo último que quieren el presidente de la AP, Mahmud Abás, y Fatah es que se repita la victoria de Hamás en las parlamentarias de 2006.

Abás y Fatah aún no se han recuperado de su reciente derrota ante Hamás en las elecciones del consejo estudiantil de la Universidad Bir Zeit, en la Margen, celebradas el pasado mes de abril. Los seguidores de Hamás ganaron 25 sillones, frente a los 21 de Fatah. Los cinco sillones restantes fueron para otros grupos de estudiantes que también se oponen a Fatah.

En segundo lugar, la decisión de celebrar elecciones municipales fue anunciada en un momento crecientemente anárquico. Algunos palestinos piensan que las fuerzas de la AP están perdiendo el control. A muchos les preocupa que esa ley de la selva no haga más que aumentar antes de las elecciones, debido a las acaloradas campañas y las rivalidades entre los diferentes clanes y facciones políticas.

Los territorios palestinos están llenos de armas; la mayoría se utilizan para ajustar cuentas entre clanes familiares. El pasado 30 de junio, dos agentes de seguridad palestinos fueron abatidos por dos atacantes no identificados en Nablus. Horas antes, en un tumulto que estalló en la ciudad de Yabad, en el norte de la Margen, al menos cuatro palestinos resultaron muertos y otros 15 heridos, siete de ellos de gravedad.

Tras los incidentes, Adnan Damiri, portavoz de las fuerzas de seguridad de la AP, admitió que la proliferación de armas estaba contribuyendo al caos en la Margen. Un alto oficial de Fatah dijo que éste era un síntoma de la cada vez mayor debilidad de la AP. “¿Cómo podemos hablar de elecciones libres y limpias si todo el mundo lleva una pistola y un rifle?”, se preguntó. “La situación se ha vuelto muy peligrosa”.

En tercer lugar, la propia Fatah se está enfrentando a una grave lucha interna. Gasán Shakaa, exalcalde de Nablus, que pertenece a uno de los clanes más numerosos e influyentes de la ciudad, ha acusado a miembros de Fatah de tratar de impedir que se vuelva a presentar en las elecciones de octubre. Las acusaciones de Shakaa se produjeron poco después de que un individuo no identificado disparara varias veces contra su domicilio. Shakaa dijo que el intento de atentar contra su vida se situaba en el contexto de una guerra interna en Fatah. Shakaa, que también es un alto oficial de la OLP, dijo que el tiroteo contra su casa no le impediría presentarse a alcalde una vez más.

Es probable que las tensiones que se cuecen no muy lentamente en Fatah estallen durante las semanas previas a las elecciones, ya que miembros jóvenes e insatisfechos de la facción dicen que están considerando presentarse como candidatos independientes. Esta situación podría poner en graves apuros a los candidatos oficiales de Fatah y allanar el camino a que se agranden las divisiones entre la vieja guardia y la joven. Es así precisamente como Hamás ganó las legislativas de 2006: que miembros de Fatah se presentaran como candidatos independientes favoreció a Hamás, que se presentó en bloque.

En cuarto lugar, al celebrar los comicios sin la participación de Hamás, la AP se arriesga a que se consolide aún más la división entre la Margen y la Franja, y a reforzar el hecho de que los palestinos ya están divididos en dos mini-Estados. “No es apropiado celebrar elecciones antes de terminar con la trágica división del Estado [entre la Margen y la Franja]”, declaró Nashat al Aqtash, profesor de politología en la Universidad Bir Zeit. “Esto sólo hará más sólida y legítima la división”.

Al Aqtash, señalando que ningún candidato se atrevería a presentarse como representante de Hamás en las elecciones de la Margen, también apuntó que Fatah estaba sufriendo divisiones que tendrían “repercusiones catastróficas” en sus resultados. “Hay varios grupos en Fatah; unos apoyan al presidente Abás y otros a Mohamed Dahlán [expulsado de Fatah]”, explicó. “Después hay otros grupos que están actuando de forma independiente”.

Quizás este caos –dicen algunos palestinos–, culpa del régimen de la AP, obligue a sus líderes a posponer indefinidamente las elecciones. Al margen de cuál sea el resultado concreto, la disputa de la AP con Hamás va camino de una mayor intensificación. Y, claramente, la ebullición que se vive en las ciudades, pueblos y campos de refugiados de la Margen no ayudará a celebrar ningunas elecciones libres y limpias, ya sean locales, legislativas o presidenciales.

Por último, aunque la AP, contra todo pronóstico y contra su propia historia, celebre las elecciones, los palestinos de a pie están convencidos de que, en todo caso, sus líderes harán trampas y colocarán a los suyos. ¿Qué otra cosa –dicen– haría una mafia propiamente dicha?

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