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Jaled Abu Toameh

Quién, y por qué, está amenazando a los periodistas israelíes

¿Por qué se iban a preocupar los medios occidentales? Se trata de una campaña contra la prensa librada por los palestinos, no por los israelíes

¿Por qué se iban a preocupar los medios occidentales? Se trata de una campaña contra la prensa librada por los palestinos, no por los israelíes

Casi todos los medios israelíes tienen a un periodista encargado de informar de lo que sucede en el lado palestino. Hasta hace poco, estos periodistas viajaban a Ramala y a otras ciudades palestinas de la Margen Occidental para entrevistar a palestinos corrientes, a representantes de la Autoridad Palestina (AP) y a miembros de las distintas facciones palestinas.

Las cosas han cambiado. Ahora es difícil ver a un periodista israelí sobre el terreno. Y es igualmente difícil encontrar a un funcionario de la AP dispuesto a hablar con un periodista israelí. Sí que, de vez en cuando, el presidente Mahmud Abás invita a los periodistas israelíes a una sesión informativa; a periodistas escogidos, claro está. Además, unos pocos veteranos de Fatah, como Yibril Rayub y Kadura Fares, que saben hablar hebreo, conceden entrevistas a radios y televisiones israelíes seleccionadas. Al igual que Abás, lo hacen cuando –y sólo cuando– tienen interés en transmitir un mensaje a la opinión pública israelí. De lo contrario, los periodistas israelíes que cubren los asuntos palestinos dejan de tener libertad (o la seguridad) para aparecer en las ruedas de prensa o en otros actos públicos en Ramala y en la mayoría de las ciudades palestinas. De hecho, ya no son invitados a dichos actos.

Sin embargo, no se oye a los periodistas israelíes vetados. ¿Por qué? Tal vez, como las mujeres casadas que sufren malos tratos, se guardan su secreto porque saben que necesitan volver ahí, y preferirían no ser asesinados en el entretanto. Además, como también les ocurre a las mujeres maltratadas, la situación es bastante embarazosa.

Uno podría pensar que los períodos vacacionales son propicios para coberturas informativas edificantes. Tal vez fue eso lo que pensaron los periodistas israelíes que acudieron a Belén el año pasado para informar de los preparativos para la Navidad. Por desgracia, buscaban el espíritu navideño y se encontraron odio. Amenazados por activistas contra la normalización y algunos periodistas palestinos, que alertaron a los agentes de seguridad de la AP de la presencia de visitantes no deseados, los israelíes consideraron que más les valía marcharse rápidamente. Uno de ellos era de Haaretz, periódico israelí célebre por sus simpatías propalestinas.

Reparemos también en lo que le sucedió a un periodista del Canal 2 israelí. El año pasado, él y su equipo fueron expulsados del centro de Ramala, adonde habían acudido para cubrir una manifestación en defensa del presidente Abás. Según fuentes palestinas, el equipo de la televisión israelí fue amenazado por "activistas" pertenecientes al movimiento palestino contra la normalización.

Ahora son los periodistas palestinos los que están encabezando una campaña contra los reporteros israelíes. Esos periodistas creen que su función y deber es defender a sus líderes y a su pueblo contra las informaciones negativas aparecidas en los medios. Se les ha enseñado que un periodista que se atreve a criticar a la Autoridad Palestina o a Hamás es un "traidor". Esperan que los periodistas israelíes y occidentales sólo informen negativamente sobre Israel.

Este año, el Sindicato de Periodistas Palestinos (SPP) emitió un comunicado que pedía el boicot palestino a los medios israelíes. Lanzando un órdago, el SPP también amenazó con boicotear a cualquier funcionario palestino que hablara con reporteros israelíes o tratase de cualquier forma con medios israelíes. Haciendo uso de un vocabulario que podría poner en peligro la vida de reporteros israelíes, el SPP afirmó que éstos eran "parte del sistema de ocupación", por lo que "deberían ser boicoteados y nadie debería tratar con ellos o facilitarles el trabajo". Asimismo, el SPP pasó a acusar a los periodistas israelíes de servir de “portavoces de la ocupación” y de “justificar sus crímenes contra el pueblo palestino”.

Por culpa de pronunciamientos intimidatorios como éste del SPP, los reporteros israelíes no pueden hacer su trabajo en la Margen Occidental.

"Cuando veo a mis colegas palestinos, me escondo. Temo que me vean e inciten a la gente contra mí", ha confesado un reportero israelí que ha informado de los asuntos palestinos durante casi una década.

Es muy triste ver que tus colegas del otro lado están incitando contra ti y haciendo todo lo que pueden para impedir que hagas tu trabajo. Esto perjudica a los propios palestinos, que ya no podrán transmitir sus opiniones a la sociedad israelí.

Como era previsible, el que hayan abandonado la zona no ha hecho que la AP levante el veto a los periodistas israelíes. Periodistas palestinos que antes se reunían con sus colegas israelíes en Noruega y otros lugares han sido objeto de ataques por promover la "normalización con Israel". Para los periodistas palestinos, ser vistos en público con un colega israelí equivale a una traición.

La campaña de intimidación de la Autoridad Palestina contra los periodistas israelíes tiene numerosas consecuencias prácticas. Como temen estar sobre el terreno y hablar con los palestinos, se ven obligados a recurrir a las redes sociales y otras páginas web palestinas para recabar información. Otros obtienen la información llamando por teléfono a los pocos palestinos que siguen dispuestos a hablar con ellos. Pero incluso estas entrevistas se conceden con la condición de que se preserve el anonimato de los entrevistados. Se han intentado argucias más creativas, también: algunos se han presentado como ciudadanos occidentales o como corresponsales de medios extranjeros para conseguir que los palestinos hablen con ellos.

Atrás quedaron los días en que los periodistas israelíes y los palestinos colaboraban a diario, incluso haciendo coberturas conjuntas. Esta colaboración tuvo su punto culminante en la década de 1980 y a principios de la de 1990, antes de la firma de los Acuerdos de Oslo entre Israel y la OLP. En aquel entonces, ambas partes se beneficiaban de tal cooperación. Muchos palestinos se refieren a aquellos años como "los buenos viejos tiempos previos a la paz".

Qué irónico resulta que el proceso de paz iniciado en 1993 haya visto la quiebra total de las relaciones entre los periodistas palestinos y los israelíes. Y qué predecible: la propia radicalización que la Autoridad Palestina ha impuesto a su pueblo, intoxicándolo con mentiras e incitando a jóvenes y viejos contra Israel, ha penetrado en las filas periodísticas.

Ayer le tocó a los periodistas palestinos que se negaban a hacer de altavoz de sus dirigentes y colegas radicalizados. Hoy también le toca a los periodistas israelíes, que, como siempre ocurre en el periodismo, están preocupados por su pérdida de acceso. Mañana les podría tocar a losperiodistas occidentales que intenten hacer su trabajo como es debido.

Muchos periodistas occidentales hacen la vista gorda ante los ataques a la libertad de prensa en los territorios controlados por la Autoridad Palestina y por Hamás. Posiblemente les preocupe no poder entrar a Ramala o a la Franja de Gaza. Saben que no serán bien recibidos en esos lugares si escriben cualquier cosa perjudique a los palestinos.

Pero ¿por qué se iban a preocupar los medios occidentales? Se trata de una campaña contra la prensa librada por los palestinos, no por los israelíes. Así que para ellos no vale la pena informar al respecto.

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