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James Lewis

El gran engaño de la Constitución Europea

Aceptar un régimen así sería inimaginable para los americanos. Usted y yo estaríamos protestando en las calles. Los votantes echarían a sus políticos por intentar imponer tan monumental estafa

Imagine que Estados Unidos estuviese estableciendo una nueva constitución y suponga que se hubiese escrito en secreto por sólo dos personas, un ex presidente de Francia, Giscard d’Estaing, y un diplomático americano, alguien como Madeleine Albright. Después de que ellos hubiesen tomado todas las decisiones más importantes, una convención constituyente no elegida por votación pudiese agregar cualquier cosa que se le ocurriera, como, por ejemplo, la protección a los derechos de los atletas, libertad de expresión para niños, un código de lenguaje prohibiendo críticas a homosexuales y musulmanes… y mucho más. Y que, al final, fuese 40 veces más larga que la Constitución de los Estados Unidos.
 
Ésta es la nueva Constitución Europea, una pesadilla jeffersoniana. Su meta es centralizar el poder en manos de una pequeña clase dominante. Nadie entiende en verdad la Constitución europea, es demasiado larga y complicada. Nadie sabe si una parte contradice la otra, pero no importa porque todas esas decisiones serán tomadas de todas maneras por la jerarquía política. La Constitución está siendo presentada a los 25 países como los nuevos cimientos de una Unión Europea que incluye casi 500 millones de personas.
 
Hay una asombrosa ausencia de debate público. Sus críticos han sido convertidos en cabezas de turco, tanto así que hasta el Partido Conservador británico teme oponerse. Los que se oponen son considerados "malos europeos", o sea el equivalente europeo a las "actividades antiamericanas" de los años 50. Los medios informativos han fracasado rotundamente en educar al público. Los votantes europeos no están siquiera interesados. Ellos colocan la nueva Constitución muy abajo en su lista de prioridades.
 
La nueva Constitución no estipula que haya elecciones populares para sus verdaderos centros de poder. Es cierto que hay elecciones al Parlamento Europeo, pero es sólo un frente vacío. No se le permite hacer leyes, sólo ponerles el sello de aprobación. La Constitución impuesta tendrá prioridad sobre todas las otras leyes existentes en cada nación miembro. No hay equilibrio de poder. No hay ramas autónomas de gobierno. No hay poderes reservados para estados miembros. Las personas no tendrán derechos. Sólo categorías abstractas de personas tienen protecciones concedidas y derechos.
 
Aceptar un régimen así sería inimaginable para los americanos. Usted y yo estaríamos protestando en las calles. Los votantes echarían a sus políticos por intentar imponer tan monumental estafa. Hasta el New York Times se pondría las pilas. Así es que... ¿qué es lo que está pasando en Europa?
 
En Septiembre de 2004 la UE abrió una exhibición de arte en Bruselas que celebraba 30 años de engaños. Afirmaba que: "Después de la Segunda Guerra Mundial, políticos visionarios crearon una nueva estructura... para todo el continente... La operación era tan radical que sólo podía hacerse furtivamente... sus motivos ulteriores nunca podrían mencionarse abiertamente... Esta exposición conmemora el fin de esta iconografía inhibida, es su presentación en sociedad. A partir de ahora la UE será atrevida, explícita, popular..." (Añádale énfasis)
 
La única inexactitud está en la última frase; para la UE, nacida con engaños, es simplemente más de lo mismo. Supongamos que ocurriese un milagro y que los europeos despertasen antes que fuera demasiado tarde en países como Gran Bretaña, Irlanda, Holanda, Dinamarca hasta Polonia y la República Checa, donde quizá voten contra la Constitución europea. Pero, hasta en este caso, la UE logra seguir manteniendo todo su poder. Los nuevos regentes europeos tienen una estrategia alternativa: Si la Constitución no se ratifica, la jerarquía política puede seguir emitiendo más decretos ya que la UE se arroga todos los poderes de la Constitución. Todo el tinglado es por tanto como la hoja de parra de Adán para esconder una histórica apropiación del poder. Después de todo, si la gente en realidad está contenta cuando le mienten, ¿qué político se va a tomar el trabajo de decir la verdad ahora que todo el estrambótico artilugio está llegando a su "grand finale"?
 
Detrás de esta esmerada fachada, la Unión Europea fue una hechura de Francia y Alemania. Ambas son naciones profundamente traumatizadas, obsesionadas con sus propias historias sangrientas. Significativamente, culpan de sus errores nacionales a sus gentes, no a sus políticos. Por consiguiente, la UE fue estructurada alrededor de un laberinto de comités políticos como la vieja Unión Soviética.
 
Ni Francia ni Alemania han gozado de un gobierno estable y democrático por mucho tiempo. Como señala Paul Johnson, Francia ha tenido 12 constituciones desde 1789. La parte occidental de Alemania ha tenido elecciones en el último medio siglo, pero la parte oriental no tiene más experiencia democrática que Rusia. Hace sólo dos años que el canciller Schroeder ganó su reelección usando la vieja táctica de Bismarck: abusar de los extranjeros, en este caso Estados Unidos. Así y todo, el eje franco-alemán es el que controla la UE. Si Gran Bretaña se les une, será una rendición a una élite de poder que no responde a nadie de sus actos. Y parece que a nadie le importa.
 
Cualquiera que conozca la historia sangrienta de Europa debería sentir un escalofrío de aprensión. Calamidades como Hitler y Stalin no fueron creación de mayorías populares, todo lo contrario, estuvieron fanáticamente apoyados por las élites políticas, intelectuales y mediáticas. Europa es la cuna de todos los movimientos totalitarios del último siglo, todos inventados y alentados por "profesores malintencionados" como los llamaba Churchill.
 
El fascismo y el marxismo son creaciones europeas continentales. No habrían logrado pasar el corte en la tradición política anglo-americana, al igual que la Constitución europea no podría haber nacido de una cultura democrática. Pero si se puede engañar tan fácilmente a millones de europeos, ¿qué es lo que esto significa para nuestro futuro común?
 
Ya podemos ver el futuro tomando forma. La UE está abriéndose campo para dominar al mundo, usando a la ONU, patrocinando tratados científicamente dudosos como el de Kioto, ejerciendo su amplia influencia cultural, usando propaganda masiva contra Estados Unidos y otras formas de presión. Alemania y Bélgica ya han reclamado jurisdicción global en los asuntos de violación de derechos humanos, aunque alguien hizo la vista gorda con Sadam Hussein y más bien casi enjuicia a Donald Rumsfeld. La Unión Europea será la nueva esperanza del socialismo mundial, ocupando el lugar de la Unión Soviética. Practicará ese tipo de "nacionalismo socialista" con una vena compasiva y pacífica, a menos que necesite usar la fuerza militar, entonces presionará a Estados Unidos para que le haga el trabajo sucio. Cualquier otro sistema político será tratado con menosprecio y desdén.
 
Hoy en día, Europa está vendiendo armas avanzadas a China; mañana suministrará a un Irán nuclear. Ahora mismo, Francia practica el espionaje industrial a gran escala contra Estados Unidos; la nueva UE hará más de lo mismo. Cuando Estados Unidos acceda a las exigencias europeas, como en Kosovo, seremos calurosamente aplaudidos por nuestro humanitarismo. Cuando actuemos sin Europa, seremos tildados "monstruos imperialistas".
 
Todo esto no es un accidente. Es la misma vieja arrogancia imperial envuelta en un nuevo traje a la moda. Las principales naciones europeas fueron alguna vez grandes imperios: España, Francia, Austria-Hungría, Alemania, Suecia, Italia, Rusia, Gran Bretaña, hasta Bélgica y Holanda. No lo han olvidado. Europa no es belicosa aun, pero si que está hinchada de orgullo y es tan vanidosa como siempre. La Unión Soviética era en realidad el último imperio europeo, gobernado por la élite ideológica del marxismo. Ellos también pretendían ser amantes de la paz e internacionalistas.
 
Sólo hace 15 años de la caída del Muro de Berlín y el Viejo Mundo está ocupado erigiendo un nuevo monumento a su vetusta megalomanía.
 
©2005 The American Thinker
©2005 Traducido por Miryam Lindberg
 
Libertad Digitalagradece a The American Thinker y a James Lewis el permiso para publicar este artículo.

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