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Javier Somalo

Otegi en OT y Husein en los Goya

A la una de la madrugada corría a recoger su premio Goya el espléndido actor Javier Bardem por su indiscutible papel en la película Los lunes al sol. Pero ahora los espectáculos televisivos de la primera de TVE parecen destinados a acabar en el Congreso de los Diputados y hasta en el Consejo de Seguridad del la ONU. Si Ainhoa, la de Operación Triunfo, ha hecho hablar hasta a los proetarras, envidiosos de que una chica de Galdakano pueda defender a España y no a Euskal Herria en Eurovisión, ahora sólo falta que hable Sadam Husein parafraseando al propio Bardem.

Aunque se supone que la gala era de cine, las solapas y pecheras de los glamurosos asistentes no lucían un pin con una cámara o una claqueta de adorno. Optaron por un “no a la guerra”. Curioso. Podrían haber elegido “No a Sadam”, “No a las armas de destrucción masiva” o “No al ántrax”. Pero ya que a nadie se le ocurrió, por ejemplo diseñar un pin que rezara “Todo por el cine” o “Viva la gran pantalla”, pues la gala tuvo su momentito político. Como actor, Javier Bardem es un monstruo. Como orador político, una pena. Después de pronunciar repetidamente sus “dedicaciones” que no dedicatorias, se echó a la arena y mezcló el paro con Sadam Husein en una sola frase: “Quiero aprovechar para recordar a los gobernantes”, dijo más o menos, “que la mayoría no les da permiso para hacer lo que quieran”, añadió. Así que, concluyó que “No a la guerra” entre bravos y progresía de lentejuelas.

El resto de galardonados, uno por uno y con más o menos gracia, terminaba siempre sus intervenciones repitiendo el lema diseñado por la Academia.

Y los organizadores, el grupo de teatro “Animalario”, salpicaban con representaciones teatrales. Media hora después de la soflama bardeniana se escucharon estas frases: “Quiero repartir marihuana en los Consejos de ministros”, “ser ajeno al sistema al cual pertenezco”, “Quiero ser un extranjero en un país que no existe”...

Y el mejor director, Fernando León de Aranoa, también indiscutible cineasta, convirtió los millones ganados con su película en otro discursito. Sus primeras palabras, qué original, “No a la guerra” y luego una llamada de atención a los políticos por la precariedad en el empleo y demás... ¿Ganará algo alguien que no sea del aparato? Faltaba Penélope. Era a la que peor le quedaba el pin de metacrilato con el texto escrito en rojo. Iba vestida de repollo blanco. La chapita de marras parecía el precio.

En fin, a las dos menos veinte de la madrugada, los de Animalario concluían la juerga quitándose la camisa para exhibir, como los futbolistas cuando dedican un gol a su madre, el último “No a la Guerra”. Me quedo a ver los títulos de crédito por si el productor ejecutivo de la gala ha sido Gaspar Llamazares.

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