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Javier Somalo

¿Elecciones sin detenciones?

Restaurar el orden constitucional no significara volver a la situación anterior a este viernes. Ni a la de hace meses, ni un año, ni cinco ni diez.

Jamás se repetirá una situación como la actual: Europa convencida y con algunos envidiables episodios de firmeza como el de Tajani, la prensa progre internacional pidiendo perdón por algunos de sus excesos, el 155 presentado en sociedad y aclamado, el pueblo volcado y huyendo de viejos complejos, el Rey en un extraordinario momento y el populismo vencido por sus contradicciones. ¿Se podía pedir más?

Sí. Que restaurar el orden constitucional no significara volver a la situación anterior a este viernes de consumación de un golpe de Estado.Ni a la de hace unos meses, ni un año, ni cinco ni diez… Por muy atrás que queramos llegar nos encontramos en Cataluña un régimen nacionalista, un sistema que somete, adoctrina, multa y desobedece. Lo hacía también cuando ayudaba a PP y PSOE a vivir en La Moncloa. Volver atrás no es volver a la legalidad sino rescatar la dictadura nacionalista. Además, significaría olvidar que nos han dado un golpe de Estado y eso es, hasta ahora, lo único indiscutible.

Era el momento de cerrar de una vez por todas la Transición –inconclusa hasta hoy– definiendo un modelo de España definitivo. Era el momento de lanzar, con hechos, el mensaje inequívoco a los cuatro vientos: el catalán, el vasco, el gallego, el valenciano… y todos aquellos que soplan o quieran hacerlo contra el Estado de Derecho.

Es de suponer que a la república independiente de Cataluña le trae sin cuidado que el Gobierno de España destituya a nadie. Han cesado ellos al proclamar un cambio de régimen, no existe la Generalidad, se ha esfumado delante de nuestras narices así que, de momento, un real decreto no pone orden constitucional en ninguna parte. Será preceptivo pero, por sí solo, no significa nada. No cobrarán –faltaría más– y no podrán firmar papeles porque sería usurpación, dicen en La Moncloa, como si no hubieran ya usurpado lo suficiente.

Al anunciar las medidas del Gobierno, habló Mariano Rajoy de una vuelta "a la normalidad"…ignota, a no ser que esa normalidad signifique seguir consintiendo que una comunidad autónoma se crea superior al resto y como tal actúe, siga actuando, de espaldas a la Ley.

Convocadas ya las elecciones para el 21 de diciembre, ni uno solo de los nombres que ha pronunciado en este viernes de vergüenza la rebelde Forcadell y que haya depositado su voto en la urna más ilegal de cuantas se han puesto en Cataluña –unas las persiguió la Policía pero ésta no– deberían poder figurar en lista electoral alguna porque no se puede ser candidato si se está en prisión. ¿Sucederá? No hay que olvidar que Mariano Rajoy ha hablado en su comparecencia de la existencia de "independentistas demócratas". ¿A qué elecciones nos aboca pues, el presidente –y el PSOE y Ciudadanos– como medida del Estado contra un golpe de Estado?

Sólo una redada de golpistas podría remediar lo que ya parece la peor salida en el momento más propicio. Y, en puridad, tampoco eso sería una medida del Gobierno.

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