Menú
Javier Somalo

La abdicación de Rajoy

Hay listas negras y, si conviene, saldrán. Hay grabaciones y, si conviene, se oirán. Cada semana, una sorpresa.

La Esfera ha publicado dos libros sobre el rey emérito Juan Carlos, uno a favor y otro no tanto y con pocas semanas de diferencia. El concurrente –"Genio y figura"– lo firma Pilar Cernuda y suena a coartada para el segundo –"Final de partida"– escrito por Ana Romero. Hay tan abundante bibliografía sobre Juan Carlos de Borbón y tan controlada está la fuente que a veces he tenido la sensación de estar leyendo el mismo párrafo –incluso literal– en varios libros a la vez. Determinados episodios pasan de unos autores a otros como si fueran tradición oral. El de Pilar Cernuda es un compendio de anécdotas ya conocidas, sin hilo argumental ni orden cronológico alguno y que la autora apenas barniza con su testimonio salvo que sea para escamotear la parte más mollar, que las anécdotas siempre encierran categorías. Pero Cernuda, a la que no cabe negar conocimiento de hechos en primera persona, no traiciona al lector porque le avisa desde la primera línea de que está ante un libro "a favor", lisa y llanamente porque el hombre se lo merecía. En el caso de Ana Romero sí he encontrado novedades –al menos lo son para mí– que se corresponden con los últimos años y escándalos del ya emérito rey Juan Carlos. Es verdad que también hay párrafos frustrantes, historias abruptamente cortadas por el off the record. Pero no pretendo hacer aquí una reseña –y menos aún comparada– sino aprovechar el hecho histórico más importante en muchos años, la abdicación del rey, para mirar el panorama que tenemos por delante de aquí a tan solo un mes y después hasta final de año.

Superada con creces la Semana Santa, el PP sigue de afiladas saetas mientras Soraya va por sevillanas aunque fueran rumbas. En la casa del PP están a tortas con las filtraciones y en la caseta de feria la vicepresidenta baila: Presidente, mírala cara a cara que es la primera… ¿Será verdad que la poderosa Soraya Sáenz de Santamaría acecha como parece?

Entre las varias cosas interesantes que cuenta Ana Romero en su libro figura el hecho de que el CNI informó primero a Soraya, no a Rajoy, del fatídico paradero de Su Majestad en Botsuana. Tras el accidente, ya con el herido en vuelo urgente y dramático hacia España, Spottorno se lo comunicó al presidente del Gobierno. Al menos, esta es la versión recabada por Romero. Quizá sea ese el conducto reglamentario pero ya son varias las ocasiones en las que la información, que es Poder, llega antes a una que a otros y cunde la sensación de que una élite lleva siempre varios pasos de ventaja al resto.

El 24 de mayo Mariano Rajoy viajará a su particular Botsuana. Y tras la más que previsible caída no podrá entonar el "lo siento mucho, me he equivocao y no volverá a ocurrir" porque nadie le dirá que lo haga y porque a nadie pillará desprevenido. Es como si todo el mundo supiera con antelación que don Juan Carlos viajaría al paraíso cinegético africano y tropezaría con nocturnidad dentro de su cabaña y en la más absoluta soledad. El presidente llega a las municipales y autonómicas más importantes de los últimos tiempos con la misma irresponsabilidad con la que el rey se escapó al delta del Okavango: ocultando, atajando y pensando que no pasaría nada.

Salvando siempre las distancias que marcan los hechos, hay más parecidos razonables. El Urdangarin de Rajoy se llama Bárcenas, Luis el Fuerte. Y aunque hace como si no importara, el caso es que existe y no sólo le perjudica a él sino a toda su familia, en este caso la del partido. En ambos casos siempre habrá quien diga que el perjudicado no sabía nada y que por eso protegió en su día al malhechor.

Y como pasó con el rey emérito, a los problemas de imagen se aplican remedios que empeoran la enfermedad. Hemos pasando del plasma y el plantón soberbio al videoblog descamisao para analizar los datos de la EPA desde un despacho que, como dijo un oyente de esRadio, parecía más bien la habitación del pánico de La Moncloa. Don Juan Carlos quiso echar tierra sobre sus escándalos viajando mucho y recibiendo a mucha gente para demostrar que se preocupaba por la situación económica de España. Pero cada escalón y cada alfombra supusieron un obstáculo que dislocaba su cadera, trastocaba su equilibrio y lo hacía caer de nuevo. Cada tropiezo lo separaba más de su empeño por ser rey hasta la muerte por mucho que los aduladores negaran la mayor y presentaran al monarca como un iron man. También tiene Rajoy cortesanos asesores y periodistas que le ríen las gracias o lo ven en plena forma hasta que se da la vuelta, momento en el que se ponen a repartir titulares anónimos y empiezan a alimentar las intrigas sucesorias.

Lógicamente, en nada se parecen las aspiraciones y tácticas de Soraya a la paciente espera de Felipe VI, uno de los pocos borbones que ha accedido al trono directamente, sin saltos ni sobresaltos dinásticos. Pero sí tienen similitud la resistencia de Juan Carlos y la de Mariano a dejar paso al otro. Ambos han pensado en algún momento que nada estaba pasando tan malo como para forzar una retirada. El pueblo español sabe perdonar –se le da mejor olvidar–, ver los aciertos y hacer arqueo positivo.

Un año antes de producirse ya se hablaba casi popularmente de la posible abdicación del rey y unos pocos estaban en el secreto y en los preparativos porque, efectivamente, así sería. Ahora, hace ya varias semanas que se dice que Rajoy podría no ser el candidato del PP a las próximas elecciones generales. ¿Hay, como entonces, alguien que lo sabe a ciencia cierta, que lo está preparando? En el primer caso la solución a la crisis monárquica era indudablemente la sucesión encarnada en Felipe VI. Pero con el PP el remedio parece pasar sólo por el hecho de la "abdicación" o derrocamiento –renunciar a su candidatura– siendo la sucesión una incógnita. Porque se habla o empieza a hacerse sobre la sucesión a Rajoy pero, ¿y la del PP? Es ésa y no la de Rajoy la que preocupa a los pocos populares que llevan en el bolsillo el programa de su partido por si llega el día en que puedan aplicarlo.

Ya empiezan a hablar –siempre ocultos– hasta los ministros. Cuenta este viernes Pablo Montesinos que uno de ellos cree que el PP está "en un punto de no retorno por culpa de Rajoy". Pues ante esto sólo me imagino la huida hacia delante, hacia Botsuana, al trompazo. Tampoco quería irse Juan Carlos aunque ahora parece que si le obligaban a renunciar a Corinna estaba dispuesto a todo. Ana Romero dice que así se lo contó el rey padre al mismísimo Rajoy en un ataque de sinceridad difícil de creer dada la escasa relación del monarca con este presidente. Otros se quejan de que el PP se parece ya a la UCD de Suárez pero eso obliga a comparar a Suárez con Rajoy, asalto que no dura ni diez segundos, o a Fernando Abril-Martorell con Soraya, que, por distintas razones, tampoco. No siempre que se hunde un partido lo hace como la UCD. Aunque es verdad que ha sido morirse Suárez y se ha ido todo al garete.

Insisto una semana más y no sé cuántas van. Vivimos en el tiempo corto. Habrá más portadas con más filtraciones porque hoy todo lo fugaz es eficaz. Hay listas negras y, si conviene, saldrán. Hay grabaciones y, si conviene, se oirán. Cada semana, una sorpresa. Pero, ¿habrá alguien preparando ya el libro sobre la "abdicación" de Mariano Rajoy?

En España

    0
    comentarios