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Javier Somalo

Lecciones de París en Madrid

A la tristemente desaparecida Oriana Fallaci, muchos la tildaron de fascista; los mismos que opinan que Tariq Ramadan no lo es

En el año 2001, El País sentó cátedra periodística con su titular a toda página tras el 11 de septiembre: "El Mundo en vilo a la espera de las represalias de Bush". No importaba la acción ejecutada sino la reacción en ciernes. Esta semana, tras la matanza de París, ha vuelto suceder: lo grave no es el atentado islamista contra Charlie Hebdo o que uno similar se repita en Londres, Madrid o cualquier otra ciudad. El problema no es que cunda el ejemplo terrorista sino la islamofobia. Después de los minutos de silencio y de los homenajes-marca que jamás comprenderé –¿cómo que Je suis Charlie si estás vivo?– afloran a velocidad de vértigo los peros, los matices y el análisis sobre represalias. En España, además, aprovecharemos el debate para tapar algún agujerito, como cuando toca poca lotería y, mirando al Pisuerga, alicatar el 11-M.

Y qué mejor para empezar que un artículo de José Luis Rodríguez Zapatero en el diario El Mundo titulado "Terror, memoria y solidaridad". Escribe –por ser benévolos– el ex presidente:

(…) Tampoco olvidaremos nunca la masacre brutal del 11 de marzo de 2004, que está dolorosamente presente en nuestro recuerdo. Y tenemos que desear que, como ocurrió en nuestro país, sobre los asesinos de ayer en Francia caiga todo el peso de la ley, todo el peso de la justicia, que sean cuanto antes apresados, juzgados y condenados.

Turbio deseo al vecino francés: los asesinos de aquí no fueron apresados, ni juzgados, ni condenados. El desenlace en París se parece poco al de Madrid. Los asesinos de unos periodistas han muerto en una imprenta abatidos por la Policía, que ya había perdido a varios compañeros. Lamentablemente han muerto también rehenes y eso eleva el saldo islamista de esta matanza mientras seguimos preocupados por la islamofobia.

Tenemos que desear que ocurra eso –prosigue Zapatero– y también que no se produzcan reflejos de odio o xenofobia en la sociedad francesa (…) No hacerlo fue, por cierto, la gran lección que dio la sociedad española tras el 11-M.

La sociedad española dio muchos ejemplos buenos y malos aquel 11-M: se desvivió por los heridos sin dudarlo un segundo pero luego siguió una corriente de odio electoral a la que nadie ha querido añadir sufijos. No hubo islamofobia.

El mismo día en que se publica el artículo de Zapatero, El Mundo dice en su editorial que el terrorismo contra el Charlie Hebdo:

Es el mismo que dio lugar al atentado contra las Torres Gemelas en 2001 y al de Bali (Indonesia) en 2002, el que causó la masacre de los trenes en Madrid en 2004.

En lo referente a Madrid, la sentencia editorial contrasta hasta con la del Tribunal Supremo pero, sobre todo, con las tesis defendidas por Casimiro García Abadillo, otrora prologuista del libro Titadine y ferviente defensor de perseguir la duda hasta alcanzar la verdad.

En el diario ABC, Luis Ventoso también mira hacia Madrid como Zapatero en El Mundo y Casimiro en su editorial. En su caso, París también vale para felicitarse de que Pedro J. Ramírez ya no sea director de un periódico que "ha acabado desprendiéndose" de esas dudas sobre el 11-M. No he sido capaz de entender el artículo de Ventoso titulado "Aquellos días" ni qué demonios tenía que ver con la tragedia de París pero deduzco testimonio de una confesión:

En una difícil y honorable elección, ABC hubo de optar entre dar al público lo que quería oír o atenerse a la verdad. Y sus editores y periodistas eligieron la verdad, aún a costa de una momentánea merma de audiencia

¿Difícil elección? O sea, que se planteó si había que decir la verdad aunque luego no se dijera. Cierto es que ABC supo elegir. Cambió de director. Pero quedan nostálgicos.

Volviendo al asunto de la islamofobia, Ayaan Hirsi Ali, nacida en Somalia y crecida en Arabia Saudí, Etiopía y Kenia hizo la siguiente reflexión en Mi vida, mi libertad:

La mayoría de los musulmanes jamás profundizamos en la teología y rara vez leemos el Corán; nos lo enseñan en árabe, una lengua que la mayoría de los musulmanes no habla. Por eso, casi todo el mundo piensa que el islam busca la paz. De estas personas sinceras y amables emana la falacia de que el islam es pacífico y tolerante (…) El verdadero islam regula todos los detalles de la vida y subyuga el libre albedrío. El verdadero islam, un sistema confesional y rígido y un marco moral, lleva a la crueldad.

Otra mujer, Oriana Fallaci, escribió no mucho antes de morir:

Estoy de acuerdo en que el islam moderado no existe. Que lo hemos inventado nosotros los occidentales con nuestro optimismo. Con nuestro liberalismo. Pero sí hay musulmanes moderados. (…) Claro que los hay. Obviamente los hay. Incluso según el matemático cálculo de probabilidades tiene que haberlos (…) Pero son una minoría exigua. Tan exigua que apostar por ellos, esperar que puedan cambiar el mundo al que pertenecen es pura utopía.

A la tristemente desaparecida Oriana Fallaci, muchos la tildaron de fascista; los mismos que opinan que Tariq Ramadan no lo es. A Ayaan Hirsi Ali la obligaron a salir de Holanda, de cuyo parlamento fue diputada, porque ya no la iban a proteger más, porque la señalada en el asesinato de Theo Van Gogh era ella, la guionista de Submission Part I, un reportaje sobre cómo es tratada la mujer en el Islam. No tiene nada de curiosa la coincidencia de que ambas acabaran viviendo en EE.UU. Serán islamófobas, claro. Hay ríos de tinta sobre las supuestas diferencias entre el islamismo y el islam, entre la moderación y el integrismo. Seguro que son reflexiones más académicas que las de Hirsi Ali o Fallaci. He podido leer algunas pero me quedo con los testimonios personales citados.

A otros, como Willy Toledo, también se le agradecen su claridad y sinceridad al confesar por enésima vez su antioccidentalismo, antiamericanismo, antisionismo y resto de fobias que construyan su afición a las dictaduras. Lo que se entiende menos es que nadie le pida cuentas por encontrar causa a trece asesinatos, los recientes, amén de los que justifica diariamente desde su mera militancia castrista. Nadie le llamará "islamófobo". No le llamarán ni a declarar por decir que la matanza de París es "un montaje". Así somos.

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