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Javier Somalo

No es posible la unión a este lado de España

El partido de Rosa es de color rosa, la identificación simbólica no admite equívocos. Rosa no quiere.

Unidos los que quieren separar y separados los que defienden la unidad. Así pinta hoy la España de las Autonomías a pocas semanas de que ¿celebremos? el Día de la Constitución.

Por encima de todo, tanto en Cataluña como en el País Vasco, la izquierda y la derecha nacionalistas concentran su interés contra España por la causa común de la secesión. Los lanzachanclas y los suizos, los gazmoños y los quemacuras, los conservadores y los comunistas, izquierda y derecha parecerían de Fuenteovejuna si es que alguien les hubiera preguntado alguna vez quién mató al comendador. Es verdad que si de pronto mañana Cataluña fuera una república, no tardarían en volar las chanclas y arderían por igual en sus hogueras sus curas y sus brujas antes de que el vencedor de la purga decidiera ir a por el resto. Años treinta. Ahora todos son nacionalistas pero para entonces cada uno tendrá su propio y podrido corazoncito. Sin embargo hoy están o parecen unidos. En el otro lado no parece posible ni siquiera entre los que escaparon de la tenaza bipartidista.

El fin de las negociaciones entre Ciudadanos y UPyD ha llegado como colofón a la semana de los fiscales. Unanimidad entre los fiscales defensores de Mas, casi unanimidad opuesta en la cúpula fiscal para plantar la tardía y quebradiza querella y fractura sonora en lo que podría ser una oposición de concentración.

Albert Rivera es palo nuevo y Rosa Díez, astilla de palo viejo. Hay quien trata de imaginarlos viviendo en La Moncloa o estrechando la mano al sucesor de Obama. No es eso. Ambos surgieron para cubrir vacíos, abandonos y traiciones y cardaron la lana en la oposición para que ahora se lleve la fama de alternativa una casta universitaria del becario liberado Errejón, monaguillo de Iglesias. Ciudadanos y UPyD eran alternativa por separado y llegó el momento de que lo fueran juntos como freno a esta caída libre.

Estoy convencido de que Rosa Díez sigue manteniendo los valores y principios que entusiasmaron al votante indignado de izquierda y derecha. Su discurso es valiente y certero salvo nefastas excepciones. Está vacunada del nacionalismo vasco y lo ha demostrado y pagado en innumerables ocasiones, en la calle, en universidades, en el Congreso. Pero la que quiso ser Secretaria General del PSOE no admite componendas. El partido de Rosa es de color rosa, la identificación simbólica no admite equívocos. Rosa no quiere.

El "Informe de conclusiones del grupo de trabajo conjunto con Ciutadans" elaborado por UPyD se entregó a la prensa antes de que acabara la reunión. Quizá en venganza formal por el hecho de que Rivera, en la presentación de la ineludible película 1980 de Iñaki Arteta, avanzara que remitirían a UPyD un documento para negociar listas conjuntas. Pequeño ajuste de cuentas de Rosa Díez para demostrar quién manda.

Otro magenta, Sergio Acedo, se refiere siempre a Ciutadans –yo suelo decir Ciudadanos– como "el partido catalán" para enfatizar que el de Albert Rivera no es un proyecto nacional, una de las condiciones impuestas para empezar el cortejo. ¿Y dónde se está dirimiendo la nación española sino en Cataluña? Para los puristas de Díez parece más importante acreditar sede con logotipo a pie de calle en Cáceres con tal de justificar lo injustificable: que no quieren problemas de liderazgo. El resto de condiciones es más un ataque a Ciudadanos que un catálogo de criterios de convergencia: no son "transparentes", dan "información sesgada", no se ajustan al rango de "calidad democrática" que exige UPyD o, mejor dicho, la ejecutiva de UPyD. Porque, ¿cuántos de UPyD querían el pacto y cuántos de Ciudadanos no lo querían? Por ese cálculo ya se habla de una fuga de hasta 500 magentas a las filas ciudadanas.

Hasta ayer, la prueba de que Rosa Díez no quería negociar era Sosa Wagner, defenestrado por desearlo. Pues ya no es el único. Este mismo viernes su eurodiputado Fernando Maura también ha sido claro: "Una muy mala noticia para España (…) El futuro es Albert Rivera". Esperemos que le llegue.

Veremos a los separatistas de izquierda y derecha acudir a unas elecciones plebiscitarias, constituyentes, recalcitrantes o alegóricas, que no será por falta de apellidos. Pero irán con programa unitario o listas conjuntas o como quiera que se les ocurra con tal de aparentar que son un frente. Y no será posible que lo hagan Ciudadanos y UPyD. Hoy el resultado de unas elecciones en Cataluña afecta directamente a España. Y cuando lleguen las elecciones generales el daño puede ser ya irreversible.

Los hay que siguen prefiriendo exclusivamente un pacto de Estado entre PP y PSOE. Conviene recordar que Rajoy envió una comisión mixta de fontaneros, bipartidismo de cloaca, a negociar un paripé con el violador de la ley y encima les timaron. ¿Pacto de Estado? Ahí lo tienen: Arriola y Serrano con gabardina y salvoconducto negociando que parezca un accidente mientras el socialista sin vocales se prueba mochilas delante del espejo. O Rubalcaba y Felipe González en La Moncloa como gabinete de crisis de Rajoy…

Unidos los que quieren separar y separados los que defienden la unidad. A perro flaco, todo son pulgas. No hay semana que acabe bien.

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