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Javier Somalo

Susana la lista y Jehová

¿Cómo puede entenderse que, una vez más, el PP de Moreno Bonilla no ponga el grito en el cielo, no convoque a los medios, no vea escándalo mayúsculo?

Esta semana posterior a las elecciones andaluzas hemos tenido la oportunidad de escuchar cómo suena la corrupción. Alto y claro, sin alegorías ni ambages, una tal Irene Sabalete dijo a un grupo de empleados públicos de alto rango que su única misión después de la reunión concertada sería hacer campaña electoral por Griñán, visitar a los favorecidos por prebendas también llamadas ayudas y recordarles que un perro no ha de morder la mano que le da de comer. Las ecuaciones de Sabalete eran sencillas: si el PSOE no ganaba las elecciones andaluzas de 2012 los allí reunidos tendrían que buscarse la vida por su cuenta, como hace todo hijo de vecino honrado. Estaban en juego sus puestos de trabajo aunque, eso sí, tendrían facilidades pues desde ese mismo instante quedaban dispensados de las gestiones ordinarias por las que cobran del erario público. Para resumir, por si no quedaba claro, la socialista añadió: "Esto es lo que más se parece a los Testigos de Jehová y no lo estoy diciendo de broma". Pues así es como suena la corrupción aunque el auditorio esté vacío.

En el momento de la grabación, Irene Sabalete era nada menos que delegada de Empleo de la Junta en Jaén. Tras las elecciones que el PSOE perdió en 2012 pero que dieron el Gobierno a Griñán fue nombrada delegada de Agricultura y medio Ambiente en Jaén, su tierra. Los "testigos de Jehová" de la Junta no cumplieron del todo la misión pero al final Jehová Griñán, sucesor de Jehová Chaves, gobernó y supo ser generoso con Sabalete. Si el lector quiere saber algo más de la susodicha y de su familia, como siempre, no tiene más que leer a Pedro de Tena, el único que quiere contar lo que todos saben y callan.

¿Alguien conocía la existencia de esta grabación antes de que se celebraran las últimas elecciones en Andalucía? A los votos escrutados ya no les afectará, pero a los pactos para formar gobierno, debería. Susana Díaz, la que sería implacable contra la corrupción, no encuentra palabras para calificar el contenido de la grabación, de la prueba del delito. Y como no las encuentra pues no las dice, no habla y nadie le pide cuentas.

Pero, ¿y el PP? ¿Cómo puede entenderse que, una vez más, el PP de Moreno Bonilla no ponga el grito en el cielo, no convoque a los medios de comunicación, no vea escándalo mayúsculo? Un caso tan palmario de compra de votos –aunque sea en grado de tentativa– que explica y retrata, como tantas veces hemos denunciado, el régimen socialista andaluz debería convertirse en una obsesión para el popular. No es una anécdota, es la categoría en la que el candidato de Moragas y Rajoy debería quedarse hasta a dormir.

Pues no, Moreno Bonilla –Mariano Rajoy– prefiere reunirse con Susana, la lista más votada, para evitar convertirse en el tonto menos votado de las municipales que están al caer. De momento, lo que Bonilla ha propuesto es facilitar la formación de gobierno al PSOE a cambio de que al PP le dejen gobernar en los ayuntamientos en los que sea más votado, que cada vez pintan menos. Su partido, el PP andaluz, ganó las elecciones autonómicas de 2012 pero el pacto de las izquierdas de antes le impidió pisar moqueta.

Y todavía tenemos que escuchar a los socialistas decir que hoy la voluntad mayoritaria de los andaluces –y andaluzas, como las listas y los listos más o menos votados y votadas– es que gobierne el PSOE y que hay que respetarlo. Pues eso es lo que se hará… siempre que la mayoría que merezca respeto sea de signo socialista. Es lo que sucedió en 2012, cuando el candidato era Jehová Griñán, después de predicar el evangelio según Sabalete y perder para gobernar.

Hoy, desconocemos si la lista de Susana es más importante que Susana la lista. Queda poco para saber qué hay de la estrategia para llegar al Palacio de La Moncloa desde el de San Telmo –zancadilla a Pedro Sánchez mediante–, cuando asoma incluso la posibilidad de que no consiga formar gobierno y el régimen andaluz se vea abocado a unas nuevas elecciones. Si llegáramos a ese escenario –Rajoy no lo permitirá– creo que las aspiraciones nacionales de Susana Díaz quedarían hechas unos zorros. Una cosa es abandonar como presidenta y otra, como candidata repetidora tras un fracaso. Pero depende de Ciudadanos, de Podemos y del PP. Los dos primeros están a punto de tocar el poder en media España; el tercero, a punto de perderlo en toda España. Muchos van a tener que aplicarse el cuento de Sabalete y buscarse la vida, quizá por primera vez, fuera del pesebre.

En caso de duda, aburrimiento o euforia les aconsejo que escuchen la grabación, el sonido de la corrupción, disponible en webs decentes.

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