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Jeff Jacoby

Un musulmán demandado por no ser extremista

Ha escrito veinticuatro libros y más de 500 artículos, muchos de ellos denunciando como hereje a cualquier musulmán que "persiga o asesine a seres humanos pacíficos y viole sus derechos humanos".

Cuando Ahmed Mansour supo que había sido presentada una demanda contra él por la Sociedad Islámica de Boston, tenía una pregunta apremiante: "¿Me meterán en la cárcel?"

La respuesta es no. En Estados Unidos, la gente no va a la cárcel por expresar públicamente sus opiniones, o por animar al gobierno a revisar transacciones públicas cuestionables. Pero Mansour tenía buenos motivos para preocuparse. Había aprendido por las bravas que los reformistas musulmanes que se pronuncian contra el fanatismo islamista y la dictadura religiosa pueden realmente terminar en prisión, o algo peor. Le había ocurrido en su Egipto natal, del que huyó en el 2001 tras recibir amenazas de muerte. Estaba agradecido de que Estados Unidos le hubiera concedido asilo, permitiéndole continuar promoviendo su visión de un islam progresista en el que los derechos humanos y los valores democráticos fueran protegidos. Pero, ¿tendrá que luchar en América contra el mismo tipo de persecución que sufrió en Egipto?

Mansour es solamente uno de los muchos hombres y organizaciones que están siendo denunciados por difamación por la Sociedad Islámica de Boston, que les acusa a todos de conspirar para negarles libertad religiosa a los musulmanes de la zona de Boston. En la práctica, los acusados –periodistas, un experto en terrorismo fundador del Grupo Americano Antiesclavitud, más el ministro seglar episcopaliano y el fiscal judío que junto con Mansour constituyeron el grupo Ciudadanos por la Paz y la Tolerancia en 2004– no parecen ser culpables de nada más que expresar preocupaciones por la construcción por parte de la Sociedad Islámica de Boston de una enorme mezquita en el vecindario bostoniano de Roxbury.

Más de unas cuantas preguntas han sido planteadas a propósito de la Sociedad Islámica de Boston y su proyecto de la mezquita. Por ejemplo:

  • ¿Por qué proporcionaron los funcionarios del consistorio el espacio para la mezquita por apenas 175.000 dólares, cuando el solar estaba valorado públicamente en 400.000 dólares? ¿Y de dónde salió esa cifra de 400.000 dólares, cuando el valor inmobiliario de mercado había sido tasado previamente en 2 millones de dólares?
  • ¿Cuál es la relación de la Sociedad Islámica con Yusef al-Qaradawi, un islamista radical que elogia el terrorismo suicida y que aprueba el asesinato de americanos en Irak? Durante bastantes años, la Sociedad Islámica lo nombraba como miembro honorario, aunque ahora dice que era una "negligencia administrativa". ¿También fue una negligencia cuando un mensaje de apoyo grabado procedente de Qaradawi, que tiene prohibido visitar Estados Unidos, fue reproducido en un acto de recaudación de fondos de la Sociedad Islámica de Boston en el 2002?
  • Después de que se informara de que otro miembro directivo, Walid Fitaihi, había escrito que los judíos son "asesinos de los profetas" que tendrán que ser castigados por "opresión, asesinato y violación de los fieles de Alá", ¿por qué la Sociedad Islámica se hizo la tonta durante siete meses antes de repudiar inequívocamente sus palabras?

Pero si algo debería ser sorprendente es la decisión de la Sociedad Islámica de denunciar a Mansour por sus comentarios acerca de la Sociedad Islámica de Boston en una conferencia de prensa en el 2004. Había acudido a rezar a la actual mezquita de la Sociedad Islámica en Cambridge, y en la conferencia de prensa describió lo que había observado: "Estoy aquí para dar fe de que esta cultura radical está aquí, dentro de esta sociedad", dijo. Había visto "circulares en árabe llenas de odio hacia Estados Unidos". Libros y vídeos en la biblioteca de la mezquita promoviendo "creencias fanáticas que insultan las religiones de otra gente". Hombre religioso que reza cinco veces al día, destacó que "no estoy contra la mezquita... estoy contra los extremistas".

Si Mansour carece de las credenciales para formarse tales opiniones, es difícil decir quién las puede tener. Posee tres titulaciones de la principal universidad religiosa del mundo islámico, Al-Azhar, en El Cairo, donde fue nombrado profesor de historia musulmana en 1980. Probablemente aún estaría allí si su profesionalidad académica no se hubiera interpuesto. Cuanto más profundizaba Mansour en la historia del islam, más claro le quedaba que la fe había sido pervertida en "una falsa doctrina de odio"; una doctrina que se ha extendido por gran parte del mundo musulmán y que ha alimentado enorme crueldad y derramamiento de sangre.

Su creciente oposición al fundamentalismo wahabí provocó la ira de los poderosos jeques de Al-Azhar, que le sacaron de su aula y le llevaron a juicio en un tribunal religioso. Durante dos años, dice, fue presionado para retractarse. En 1987 fue despedido. El gobierno egipcio le encarceló después durante dos meses.

Sin ser disuadido, Mansour continuó escribiendo y dando conferencias contra el islam radical. Ha escrito veinticuatro libros y más de 500 artículos, muchos de ellos denunciando como hereje a cualquier musulmán que "persiga o asesine a seres humanos pacíficos y viole sus derechos humanos". Los verdaderos infieles, argumenta, son aquellos que comparten "los trucos de Osama bin Laden y sus seguidores". Antes de huir para salvar la vida, trabajó con los principales activistas de derechos humanos de Egipto, promoviendo los valores democráticos, haciendo llegar asistencia a cristianos perseguidos, y defendiendo la reforma de la educación religiosa.

¿Y ésta es la idea de conspirador anti-musulmán que tiene la Sociedad Islámica de Boston? Entonces, se pregunta uno, ¿cuál es su idea del islam?

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