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John Chappell

Jerga sociológica

Los españoles han pasado ya treinta años en democracia. Espero que no se tomen muchos años más en aprender que su cultura política no funciona en esta nueva era

A partir de la década de 1840 millones de irlandeses se vieron forzados a emigrar a Estados Unidos a causa de la pobreza y el hambre. Los habitantes de Irlanda vivían bajo el férreo mando inglés, que les tenía sojuzgados y sin oportunidades. No podían tener tierras, no podían estudiar, no podían practicar su religión, no disfrutaban, en suma, de ninguno de los derechos humanos básicos. Esto contribuyó a lo que llaman los sociólogos "la cultura de las expectativas disminuidas." La idea de que no había futuro llegó a ser una de las bases de la cultura de Irlanda.
 
Es decir, que en Irlanda la gente no tenía expectativas para el futuro. ¿Para qué trabajar duro, para qué hacer planes, para qué tener esperanza? No les iba a servir para nada. No había posibilidades de mejorar su situación. Por esa razón los irlandeses no solían trabajar mucho, ni esforzarse en nada, simplemente porque no se beneficiarían de ello. Esto es fácil de entender; de haber sido irlandés en aquella época, tampoco me habría esforzado yo.
 
El problema empezó cuando emigraron a Estados Unidos. Aunque, naturalmente, América no era el paraíso, había oportunidades de verdad allí, había trabajo, había escuelas, existían los derechos básicos. Pero los irlandeses no se aprovecharon de estas posibilidades porque en su país natal habían aprendido que el esfuerzo era inútil. Al contrario, ganaron fama en Norteamérica por perezosos, borrachos, incompetentes, sucios, y gente de poco fiar. Y merecidamente.
 
Les costó dos generaciones a los irlandeses en EEUU superar su cultura de las expectativas disminuidas. Con el tiempo, aprendieron que había oportunidades que podían explotar. Pero les llevó más de cincuenta años.
 
En España existe un síndrome semejante. No es una cultura de bajas expectativas económicas, es una cultura de bajas expectativas políticas. Durante doscientos años antes de 1975, los españoles aprendieron que el sistema político era corrupto, dictatorial, incompetente, injusto, arbitrario, y a veces asesino.
 
Después de 1975, en cambio, hemos tenido un sistema gubernamental básicamente decente. Se han cometido errores, claro que sí, pero ahora tenemos una democracia con las garantías propias de un estado de derecho. De uno de los países peor gobernados del mundo, España se ha convertido en uno de los países mejor regidos por sus políticos.
 
Lo que pasa es que los españoles no lo reconocen. Siguen pensando que la política tiene que ser corrupta y que los políticos son a lo mejor incompetentes y a lo peor asesinos en masa. Esto es la causa del pasotismo español; parte de la cultura de España es el desdén hacia la política.
 
A los irlandeses les llevó cincuenta años aprender que su cultura de las expectativas disminuidas no funcionaba en su nuevo hogar ultramarino. Los españoles han pasado ya treinta años en democracia. Espero que no se tomen muchos años más en aprender que su cultura política no funciona en esta nueva era.

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