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John Stossel

No piense en el Estado para enfriar el planeta

Hablan de reducir el dióxido de carbono que llega a la atmósfera, pero no prometen más que una minúscula reducción de la temperatura. Sin embargo, se supone que la reducción de la temperatura es el objetivo, ¿no?

Recientemente en 20/20 le dije aquello de "déme un respiro" a Al Gore por afirmar que el debate del calentamiento global está zanjado y sugerir que todos los que disienten con su postura lo hacen por dinero. Entrevisté a algunos científicos independientes que afirman que Gore se equivoca.

Algunas personas se sintieron aliviadas al escuchar por fin a la otra parte: "Gracias, gracias, gracias por su información sobre el cambio climático. (...) Estoy cansado de oír que el debate está zanjado y de que tachen de chiflado a cualquiera que disienta. Este reportaje demostró la verdadera naturaleza del debate y la verdadera ausencia de consenso, algo que no se puede escuchar en ninguna otra parte."

Otros estaban fuera de sí: "Su reportaje en 20/20 sobre el calentamiento global me puso enfermo. (...) Su sarcástica ridiculización de Al Gore (...) me hizo perder todo el respeto hacia usted y su forma de hacer periodismo."

Sí, la Tierra se ha calentado, pero el que sea o no inminente un calentamiento severo o el que sean o no los seres humanos quienes lo provocan son en gran medida cuestiones empíricas que no se pueden responder ideológicamente. Los medios pueden gritar que "la ciencia ya lo ha establecido" y que "el debate está zanjado", pero en realidad éste prosigue enérgicamente, con climatólogos reputados en ambos bandos del mismo (por ejemplo). El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) podrá presentar "una opinión de consenso de científicos", pero "el consenso" no carece de disconformes.

"El consenso es asunto de política, no de ciencia", dice Paul Reiter, del Instituto Pasteur. El proceso científico debería dejarse a su aire, con tan poca influencia política como sea posible. La investigación influenciada políticamente es veneno para la ciencia. Parte del problema es el propio IPCC, "Le recuerdo que es un Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático. Son los gobiernos quienes eligen a sus miembros. Es inherentemente político. Muchos de los científicos están en el IPCC porque consideran que el cambio climático es un problema que es necesario solucionar. Tienen un interés personal."

Phillip Stott, profesor de biogeografía en la Universidad de Londres, afirma que el debate del calentamiento global se ha convertido en la nueva "gran narrativa" del movimiento ecologista. "Es algo para que la gente se entusiasme y se movilice. Tiene más que ver con emociones que con ciencia". Pero mientras los científicos se ponen de acuerdo, ¿qué vamos a hacer los demás?

Existen buenos motivos para adoptar una presunción de culpabilidad contra la acción gubernamental. En calidad de monopolios de la coacción que gastan el dinero de otros recaudado por la fuerza, los gobiernos son particularmente ineptos a la hora de solucionar problemas. Están corroídos por la ignorancia, los incentivos perversos, la incompetencia y el egoísmo. El programa de combustibles sintéticos desarrollado durante el mandato de Carter consumió miles de millones de dólares antes de ser al fin desmantelado por ser un completo fracaso. El impulso actual al etanol está guiado más por ciertos intereses especiales que por el sentido común, porque está disparando los precios de los alimentos para fabricar un combustible de dudosa calidad medioambiental.

Incluso si el clima necesitara de verdad enfriarse, no se puede contar con que el Estado lo vaya a conseguir. Los defensores de los impuestos al CO2 y el intercambio de derechos de emisión hablan de reducir el dióxido de carbono que llega a la atmósfera, pero no prometen más que una minúscula reducción de la temperatura. Sin embargo, se supone que la reducción de la temperatura es el objetivo, ¿no?

De hecho, hasta los planes más drásticos de recortar las energías basadas en el carbono solamente supondrían una diferencia insignificante, como escribía la semana pasada en el Wall Street Journal John Christy, director del Earth System Science Center de la Universidad de Alabama en Huntsville y miembro del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas:

Suponga que se toma en serio lo de hacer mella en las emisiones de CO2 y que puede reemplazar alrededor del 10% de las fuentes de energía del mundo con energía nuclear, que no emite dióxido de carbono, hacia el 2020, lo que supondría más o menos el equivalente a dividir por la mitad las emisiones norteamericanas. Basándose en proyecciones similares a las del IPCC, las 1.000 nuevas centrales de energía nuclear ralentizarían el calentamiento alrededor de 0,2 grados Fahrenheit por siglo. Es una cantidad insignificante.

Estoy de acuerdo con Stott cuando afirma que "el enfoque correcto para el cambio climático es la adaptación y la manera de hacer eso es tener economías fuertes".  Pero sólo tendremos una economía fuerte si no renunciamos a nuestra libertad y nuestro dinero para que los alarmistas favorables al Estado elefantiásico puedan llevar a cabo sus grandes planes.

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