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John Stossel

Ya es primavera en la agencia tributaria

Para que las empresas obtengan sus exenciones fiscales y los congresistas reciban sus donaciones de campaña, nuestro fin de semana de primavera debe emplearse en bregar con las instrucciones del formulario 1040.

La primavera ha llegado, pero puede que haya estado demasiado ocupado rellenando formularios fiscales como para disfrutarla. El trabajo de reunir el W-2 y los 1099, desglosar los recibos y tabular deducciones, créditos y exenciones lleva un montón de tiempo. Y no nos lo paga nadie.

Los americanos dedicaron a 6.400 millones de horas a cumplir con el reglamento fiscal en el 2005, un gasto de tiempo valorado en 265.000 millones de dólares, según la Tax Foundation. Es una cantidad mayor que la del déficit presupuestario federal de 2006. Quienes hagan la declaración de la renta por su cuenta y riesgo dedicarán una media de entre 8 y 27 horas trabajando duro para el Gobierno norteamericano. Qué desperdicio.

Otros gobiernos le han hecho la vida más fácil a sus ciudadanos simplificando las declaraciones y rebajando los impuestos. Los estonios necesitan una media de diez a quince minutos para presentar sus declaraciones. La mayor parte lo hace sin abandonar su escritorio: el 84% la presenta por Internet.

Hace doce años, Estonia se convirtió en el primer país en gravar a todos –compañías y particulares– al mismo tipo único. Empezó en el 26%, cayó al 22%, y pasará al 20% en el 2009. Existen unas pocas deducciones para cosas como intereses hipotecarios, gastos en educación y donaciones a organizaciones de caridad. Los ingresos muy bajos quedan exentos.

Como era de esperar, Estonia está creciendo de manera disparada. La ex república soviética solía ser pobre, con una media de ingresos que estaba un 65% por debajo de sus vecinos europeos. Hoy, los estonios son casi igual de ricos que sus vecinos, y su economía está creciendo más de un 11% al año.

A las empresas también les gusta un sistema en el que los impuestos sean bajos y sencillos, por lo que tienden a hacer negocios en países con impuestos de tipo único. Compañías norteamericanas como Microsoft, Colgate, 3M, Bristol-Meyers Squibb o Johnson & Johnson abrieron oficinas en Estonia después de que el país adoptase el sistema fiscal de tipo único. Hace doce años, la inversión extranjera en Estonia apenas suponía el 5% del PIB, pero hoy alcanza el 20%. Y eso significa que hay mucho más dinero en la economía estonia para declarar a Hacienda. De modo que, mientras los tipos fiscales cayeron, los ingresos gubernamentales se incrementaron.

Entonces, ¿por qué no podemos hacerlo aquí? Algunos norteamericanos quieren deshacerse del impuesto sobre la renta por completo y reemplazarlo con un impuesto nacional a las ventas llamado Fair Tax. Gravaría a los contribuyentes en función de sus gastos, otorgando a los pobres que no puedan permitirse pagar impuestos deducciones mensuales. Piénselo; no tendría que rellenar ningún formulario nunca más. Por supuesto, existe el riesgo de que nuestros queridos políticos acaben añadiendo el impuesto a las ventas a los ya existentes, sin eliminar ningún otro. Pero ciertamente merece la pena debatir sobre el Fair Tax.

El verdadero problema es que hay demasiados legisladores en el Congreso que no quieren reformar el sistema fiscal. Les gustan las cosas exactamente como están .¿Qué más les da el que pagar impuestos suponga un quebradero de cabeza para los contribuyentes? Lo que les importa es que el sistema actual les confiere el formidable poder de repartir privilegios, lo que ayuda a granjearse los favores de los grupos de presión.

Los congresistas se pelean por hacer este tipo de regalos. En el 2004, la senadora Olympia Snowe se lamentaba de la "carga financiera impuesta a los astilleros", muchos de los cuales da la casualidad de que operan en su estado, Maine. Les consiguió una deducción fiscal de 310 millones de dólares. La senadora por Alaska Lisa Murkowski obtuvo para su estado una exención fiscal a las donaciones a actividades balleneras "de caridad", signifique eso lo que quiera que signifique. Y el senador Saxby Chambliss exigió ayudas fiscales a la industria maderera de Georgia.

Para que las empresas obtengan sus exenciones fiscales y los congresistas reciban sus donaciones de campaña, nuestro fin de semana de primavera debe emplearse en bregar con las instrucciones del formulario 1040. El año que viene habrá que desentrañar aún más páginas. Cada nueva exención fiscal y cada pequeño favor se añaden al batiburrillo ya existente. El reglamento fiscal y sus explicaciones suman ya más de 66.000 páginas. En los seis últimos años, la agencia tributaria norteamericana ha creado más de 100 formularios fiscales nuevos.

Esto no es bueno para Estados Unidos. Ni para usted.

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