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Jorge Alcalde

La edad del padre

La sociedad contemporánea ha reducido al extremo la selección natural humana. Hay incluso científicos que sostienen que la hemos detenido.

Este verano logró hacerse un hueco en los amodorrados medios de comunicación una noticia científica ciertamente preocupante. Según una investigación publicada en la revista Nature, es posible establecer un nexo estable entre la edad del padre al procrear y el riesgo de que su descendencia padezca síndromes como el autismo, la esquizofrenia o el déficit de atención. El estudio está firmado por Kari Stefansson, responsable del proyecto esCODE que semanas después saltó de nuevo a los periódicos tras anunciar que había descubierto la razón de ser del mal llamado ADN basura.

Stefansson es uno de los cien nombres más influyentes de la ciencia, según la revista Time. Así que su estudio es para tomárselo en serio.

Según él, la edad del progenitor masculino influye en el número de mutaciones genéticas que hereda el hijo. De hecho, por cada año que se añade a la edad del padre se suman 2,1 mutaciones nuevas en el ADN de los retoños.

La investigación tuvo lugar en Islandia, donde la edad del hombre al tener su primer hijo no ha dejado de crecer en las últimas décadas, y en paralelo también ha aumentado el número de niños que nacen con este tipo de variantes genéticas... algunas de las cuales pueden ser responsables de ciertas enfermedades.

Afortunadamente para los hombres que nos lean, el propio investigador reconoce que el riesgo de concebir hijos a partir de los 40 sigue siendo "ridículo". Pero la noticia permite una interesante reflexión científica.

Las mutaciones genéticas no son otra cosa que cambios espontáneos en la larga secuencia de letras que componen nuestro ADN. En cada una de nuestras células (y tenemos billones) se encuentra el libro de instrucciones de lo que somos, escrito en un lenguaje de 3.000 millones de pares de letras. Cada vez que una célula se divide, produce copias de ese libro y, como es lógico, corre el riesgo de generar errores. Ni siquiera la más perfecta de las maquinarias sería capaz de copiar billones de veces El Quijote sin generar una sola errata.

Buena parte de esas mutaciones son malas (y discúlpenme la simplificación maniquea). Es decir, producen riesgos para el individuo a corto plazo. Pero generan más diversidad biológica y, por lo tanto, a la larga favorecen la evolución de las especies. Una mutación que cambie la producción de melanina en la piel de un animal y la oscurezca, por ejemplo, podría hacerle más visible para los depredadores a corto plazo, pero a la larga le favorecería si aumentara la radiación solar de su hábitat.

Lo que este estudio nos dice es que con padres más añosos aumenta la probabilidad de generar mutaciones. Las mujeres cuentan con una reserva de ovocitos en sus ovarios ya predeterminada, con la que vivirán toda su vida fértil. Por eso, independientemente de la edad al parir, la probabilidad de generar mutaciones de novo es la misma. Los varones generamos divisiones celulares nuevas en cada proceso de espermatogénesis, de manera que la probabilidad de mutaciones crece con el paso del tiempo.

A ello hay que añadir que la sociedad contemporánea ha reducido al extremo la selección natural humana. Hay incluso científicos que sostienen que la hemos detenido. Los avances en la ciencia y la medicina permiten hoy en día que cada vez más individuos con variaciones genéticas perjudiciales puedan sobrevivir... por fortuna. El resultado es una sociedad más sana, más longeva, más feliz, y sin la presión de la selección natural.

De ahí que estemos destinados a vivir cada vez más y con cada vez más enfermedades derivadas de estos errores de copia genéticos.

No corramos a extraer conclusiones. Ninguno de estos estudios implica que debamos actuar para rejuvenecer la edad a la que se tienen hijos. El influjo social en este caso es tan poderoso, o más, que el natural. Tampoco exige que pensemos en estrategias drásticas ya propuestas por algunos, como la de preservar esperma en nuestra edad joven para utilizarlo llegada la madurez si es necesario. Pero sí sirve el dato para que la ciencia médica prevea un auge de ciertas enfermedades relacionadas con los genes y se prepare para tratarlas. Ah, por cierto, y para terminar de convencer a algunos brutos recalcitrantes que aún creen que el autismo está provocado por las vacunas.

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