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Jorge Soley

Las convenciones de Trump y Clinton

Los medios de comunicación mainstream se van a volcar para destrozar a Trump mientras tratan con mano de seda a Hillary. 

Ya tenemos candidatos: Donald Trump y Hillary Clinton han sido elegidos en sus respectivas convenciones como candidatos republicano y demócrata a la Casa Blanca. 

Ambas convenciones han transcurrido con ciertos paralelismos... e importantes diferencias. Ambas empezaron con protestas y una cierta sensación de caos, algo que los demócratas consiguieron revertir, ofreciendo un final feliz en forma de abrazo entre Obama y Hillary, y que Trump quizás ni siquiera se tomó la molestia de intentar.

Y es que la convención republicana visibilizó bien a las claras la ruptura que Trump ha provocado en el Partido Republicano. Los días previos diferentes intelectuales conservadores se habían pronunciado contra Trump, algunos a título individual, como Daniel Pipes, otros en un manifiesto publicado en National Review y firmado, entre otros, por Robert P. George o George Weigel, en el que se calificaba a Trump como alguien incapaz de dirigir el país por sus prejuicios étnicos. Pero la traca fue el discurso de Ted Cruz, el rival que más plantó cara a Trump durante las primarias y que se negó a darle su apoyo: en su discurso no dio el esperado endorsement y, en cambio, pidió a los republicanos que votaran en conciencia en noviembre. La reacción no se limitó a una tormenta de abucheos, sino que él y su esposa, Heidi, tuvieron que salir escoltados del recinto. Es complicado hablar ya, como han hecho algunos, de si este gesto le será de utilidad de cara a las siguientes presidenciales, dentro de cuatro años (una eternidad), pero al menos Cruz demostró valentía y coherencia.

Por su parte, Hillary se encontró con la revuelta de los seguidores de Sanders, que fueron a la convención demócrata con los ánimos calientes, más al saberse que la dirección del partido había perjudicado al senador de Vermont durante las primarias. Pero las aguas volvieron a su cauce cuando el propio Sanders se plegó a la disciplina del partido (como ha venido haciendo toda la vida, a pesar de su halo de revolucionario) y dio su apoyo a Clinton. Un apoyo que va desde el socialista Sanders hasta el millonario ex alcalde republicano de Nueva York, Michael Bloomberg, que no ha dudado en pasarse con todos los trastos al campo demócrata con tal de no tener nada que ver con Donald Trump.

La otra gran incógnita que se ha despejado estos días es la de los tickets de ambos candidatos. Será el gobernador de Indiana, Mike Pence, quien acompañará a un Trump con quien no comparte casi nada. Pence es discreto, conservador, religioso (criado católico, se hizo evangélico durante su periodo universitario) y defensor del papel internacional de los Estados Unidos (mientras hablaba de la importancia de mantener vínculos fuertes con los países aliados, su jefe, Trump, decía todo lo contrario en una entrevista en el New York Times). En cuanto al acompañante de Hillary, el elegido ha sido el exgobernador de Virginia,  Tim Kayne, un católico progre, de esos que afirman estar personalmente contra el aborto pero que votan siempre a favor de las leyes que lo promueven, incluyendo la financiación a la organización que vende órganos de niños abortados, Planned Parenthood. Eso sí, habla un español bastante fluido (en su juventud estuvo en Honduras como voluntario de una organización jesuita) y tiene fama de buen gestor.

Hillary parece querer atraer a un electorado muy amplio: desde los jóvenes radicales de izquierda que han apoyado a Sanders hasta los republicanos de clase media alta que, como Bloomberg, no soportan la demagogia de Trump, pasando por muchos católicos que se habían alejado del partido Demócrata pero que se horrorizan cuando Trump, por ejemplo, justifica la tortura o el asesinato. Un espectro muy amplio y que está por ver que no provoque tensiones e incoherencias.


Por su parte Trump lo apuesta todo a una movilización sin precedentes del voto blanco, con especial énfasis en los cristianos evangélicos. Confía en que, si bien los líderes le den la espalda, la base le acabe votando: los obispos católicos pueden criticarle, pero espera que muchos católicos que sufren la inseguridad y que han visto su nivel de vida deteriorarse, le den su voto. Cuando Trump afirma que "la protección de los puestos de trabajo de los norteamericanos es la cuestión crucial de estas elecciones", es posible que muchos se olviden de los aspectos más conflictivos de Trump y apuesten por alguien que no promete más de lo mismo. Alguna de las últimas encuestas del Pew Research Forum va en este sentido. La campaña de Trump, que pilota sobre los conceptos de "ley y orden" y que propone soluciones expeditivas (hay quien lo ha calificado como una mezcla del senador McCarthy y Batman) incide en esta estrategia. Otro tanto sucede con los conservadores pro-vida: muchos han luchado contra Trump hasta el último aliento, pero en noviembre, ¿permitirán que Hillary sea la próxima presidente?


En definitiva, Hillary apuesta por ampliar la base demócrata, mientras que Trump espera movilizar masivamente a los perdedores de la última década (lo que algunos han bautizado como el trumpenpeoletariado), confiando en que la gran alianza demócrata cortocircuitará precisamente por sus contradicciones internas y, por ejemplo, los sanderistas se acabaran quedando en casa y, en contra de lo que les pide su líder, no darán su voto a la candidata en la que confía Bloomberg. No es ciertamente muy probable, pero es a lo que se tiene que agarrar Trump, que ya ha hecho saltar por los aires todas las previsiones en diversas ocasiones. 

¿Qué más hemos aprendido estos días? Al menos un par de cosas. Por ejemplo, que el personalismo de Trump le ha llevado a configurar un equipo de campaña francamente mejorable (como el episodio del discurso plagiado de su esposa Melania ha evidenciado). O también que los medios de comunicación mainstream se van a volcar para destrozar a Trump mientras tratan con mano de seda a Hillary. 

Y una última pregunta: en los clásicos debates televisivos entre los candidatos presidenciales, ¿participará el candidato del Partido Libertario, Gary Johnson, o Hillary y Trump se pondrán de acuerdo para dejarle fuera?

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