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Jorge Valín

Malas perspectivas para España

Se nos avecinan negros nubarrones. Mintiendo y manipulando datos no se va arreglar nada. Ahora más que nunca nuestra economía necesita libertad de movimientos para ser más dinámica y moderna y poder adaptarse a las necesidades del momento.

Hace unos meses los gobernantes nos decían que el sector inmobiliario estaba aterrizando lentamente y con suavidad. No nos hemos de creer a los políticos, pero sí escucharlos. Si un político dice que reducirá impuestos, cuidado, está pensando en subirlos (y si dice que los va a subir, también los subirá). Si nos han dicho que la "crisis" de la vivienda no es tal y que está aterrizando suavemente, entonces es que se va descalabrar. Y los datos, de hecho, así parecen decirlo.

En Estados Unidos, la inversión en vivienda representaba aproximadamente el 6% del PIB y no están digiriendo muy bien su crisis. En España, aunque es difícil calcular el valor real, supera el 15% (hay estudios que apuntan el 20%). Aún no sabiendo nada de economía, es muy difícil imaginar que el declive de un sector con tanto peso en nuestra economía nos vaya a dejar igual que antes.

Desde 1997 el precio de la vivienda ha crecido más de un 140%, y a propósito, no entra en el cálculo del IPC. Una de las razones que han hecho posible esta espectacular subida ha sido la entrada de inmigrantes, el dinero barato o bajos tipos de interés y una revolución hipotecaria que sólo se ha producido en España, donde los bancos han apurado mucho sus márgenes. España es el país donde los diferenciales han sido los más bajos de toda la UE, junto a Irlanda. Si comparamos en promedios los diferenciales de una hipoteca española con una belga, por ejemplo, el porcentaje que los separa es del 20% a favor de la hipoteca belga. Además, España fue uno de los primeros países en alargar los préstamos hipotecarios a 30 y 35 años. Todo esto a pesar que tenemos los gastos por compra de vivienda más altos de la UE, de los que más de tres cuartas partes son impuestos, como no podía ser de otra forma. Sobre una hipoteca de 135.000 euros y según la Federación Hipotecaria Europea, unos 11.000 euros se los lleva la administración. Así fomenta el Gobierno el acceso a la vivienda. Mucho discurso social, muchas promesas y luego nos mete la mano en la cartera como un vulgar charlatán.

La posible crisis a la que se enfrenta España, y la vivienda sólo es una parte de la amenaza, no se soluciona bajando tipos o impuestos en determinados sectores, como muchos apuntan. Bajar los tipos significa aplazar el problema y convertirlo en otro mucho mayor. Toda economía expansiva que vive de inflaciones crediticias (tipos bajos y abundante liquidez) necesita, por fuerza, contraerse debido a la distorsión entre rentas reales y precios. Los bancos centrales no son la solución, sino el problema. Bajar determinados impuestos, como el de la vivienda, para después subirlos en otra parte es un parche inútil que no arregla nada y distorsiona el funcionamiento sano del mercado.

La gran dificultad no es la vivienda, ni la baja productividad española, ni la continua merma de competitividad exterior o un mercado laboral anclado en teorías jurásicas. Las economías dirigidas por tecnócratas y redentores sociales con altos sueldos no funcionan y cíclicamente llevan a las mismas crisis. Sólo el mercado en plena libertad puede encontrar, sin dirigismo estatal, su propio camino. Le pondré un ejemplo que ocurrió este mismo miércoles. Lehman Brothers tenía su propia unidad de hipotecas subprime llamada BNC Mortgage LLC. Ante la crisis, la ha cerrado y ha despedido a su plantilla de 1.200 personas. La empresa ha dicho que "las condiciones del mercado han requerido substanciales reducciones... de recursos y capacidad en el nicho de las subprime". Lehman ha puesto fin a su crisis y ahora se dedicará a otra cosa que dé dinero y la gente realmente necesite. ¿Se preocupa por los 1.200 despedidos? En un mercado dinámico y relativamente libre estas personas volverán a estar colocadas en un periquete y en otro sector necesario y productivo. En España, debido a la burocratización y politización del mercado laboral y la economía, una crisis así sería insalvable y el desempleo generado sería crónico, creando pérdidas constantes a toda la sociedad.

Se nos avecinan negros nubarrones. Mintiendo y manipulando datos no se va arreglar nada. Ahora más que nunca nuestra economía necesita libertad de movimientos para ser más dinámica y moderna y poder adaptarse a las necesidades del momento. Los políticos son el mayor aliado de las crisis. El libre mercado es el remedio a ambos males.

En Libre Mercado

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