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Jorge Vilches

Érase una vez, Bibiana

Estos experimentos de ingeniera social con los que se intenta dar contenido a un ministerio que debería desaparecer, muestran la decadencia absoluta en la que se encuentra el "arte del gobierno" por estos lares.

Ahora, el Ministerio de la Igualdad, sí, el de Bibiana Aído, ha publicado un manual titulado Educando en Igualdad. Y, bueno, entre las exhortaciones a que todo el mundo sea bueno, que siempre es loable y queda bien, "los y las" pensantes de la Dirección General de la Mujer, con la colaboración inestimable de UGT, han dictaminado que "los cuentos tradicionales de Disney" como La Bella Durmiente, La Cenicienta o Blancanieves son deplorables. ¿Por qué? Qué pregunta. Pues porque "colocan a las mujeres y a las niñas en una situación pasiva, en la que el protagonista, generalmente masculino, tiene que realizar diversas actividades para salvarla".

En fin. Uno pensaba que esta ministra y su cohorte carecían de la mínima formación y experiencia jurídica, sociológica, lingüística, psicológica, económica o politológica necesaria para dictar a una sociedad cualquier tipo de norma o recomendación. Pero es que además, ahora confirma esta ministra y su entorno que su única cultura es televisiva y, además, atrasada y deficiente. ¿Es que ninguno de esos cargos técnicos o asesores conoce que esos cuentos proceden de la cultura tradicional europea? ¿No han oído hablar de los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen, Samaniego o Perrault? Porque el francés Charles Perrault fue el que recogió, no inventó, el cuento de La Bella durmiente. Disney los llevó a la pantalla, pero se han representado y se representan continuamente en toda Europa.

Además, la factoría Disney ya no es, desde hace un par de décadas, la única que produce y distribuye películas infantiles. La producción se ha diversificado y los niños conocen los cuentos tradicionales, y los nuevos, por otros medios, incluidas las numerosas cadenas de televisión. Con esto están demostrando, no solamente el escaso conocimiento sobre la cultura europea que quieren eliminar, y su desconocimiento sobre la actualidad de los medios, sino su alejamiento sobre el mundo real de los niños.

Estos experimentos de ingeniera social con los que se intenta dar contenido a un ministerio que debería desaparecer, muestran la decadencia absoluta en la que se encuentra el "arte del gobierno" por estos lares. Ya ni siquiera es una prueba de su espíritu totalitario o de un cansino adanismo, simplemente es triste.

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