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Jorge Vilches

Esperanza, la Historia sin complejos

Se nos va una política que tomaba la Historia sin complejos, que se alejaba del tópico del eterno fracaso y que plantaba cara al paradigma dominante.

Se nos va una política que tomaba la Historia sin complejos, que se alejaba del tópico del eterno fracaso y que plantaba cara al paradigma dominante.

A veces los políticos marcan un momento en la Historia, pero no sólo en el sentido convencional, sino por la importancia que le dan a la divulgación del conocimiento histórico como elemento para que la sociedad tome conciencia de su pasado, valore mejor su presente y mire de otra manera el futuro. Esperanza Aguirre es una de esas políticas cuyo papel para la divulgación de la historia de la libertad en España ha sido muy importante. Y no ha sido nada fácil.

El liberalismo fue la ideología más tergiversada y calumniada del siglo XX español. La izquierda y la extrema derecha le achacaron, y aún hoy lo hacen algunos, la mayor parte de los males del país. Mientras el PSOE y el PCE, luego IU, fueron desde la Transición construyendo una interpretación de la Historia a su medida, la derecha asumió un sentimiento histórico de culpa que le impidió durante décadas incluir en su discurso cualquier referencia al pasado. Esa hegemonía cultural de la izquierda en aquellos años supuso la asunción general de su visión histórica. Sus dirigentes políticos y sindicales desde 1879, año de fundación del PSOE, fueron presentados como únicos padres del Estado social y democrático de derecho que se estableció en la Constitución de 1978. Del mismo modo, la Segunda República, en su etapa gobernada por la izquierda, se citaba como el antecedente de nuestra democracia. Y así la España de 1931 a 1936 se convirtió en el campo más trillado de la historiografía nacional, y todavía lo es.

Esperanza Aguirre siempre ha estado convencida de que el liberalismo era la alternativa en Europa a la socialdemocracia. Y en ese afán por reforzar la idea liberal en España se empeñó en darle divulgación a su historia, especialmente al siglo XIX. Tampoco fue sencillo, pues era necesario que el partido de la derecha española cambiara. La etapa de liderazgo de Manuel Fraga fue baldía al respecto, sin duda por el pasado de su máximo dirigente. Tan sólo se recuperó la figura de Antonio Cánovas, pero de una forma exageradamente tímida.

La dirección de José María Aznar inició un nuevo modo de concebir la derecha, y con eso se abrió el paso a la recuperación de la historia de la libertad en España. El papel de la FAES fue importantísimo a este respecto, y producto del mismo fue Genealogía del liberalismo español, 1759-1936 (Papeles FAES, 1998), dirigido por José María Marco, que fue el primer libro de muchos otros.

La fecha clave para el impulso de Esperanza Aguirre al conocimiento de la Historia fue 2008. El bicentenario del levantamiento del Dos de Mayo y del inicio de la Guerra de la Independencia fue un buen momento para iniciar la tarea de dar a conocer, desde las instituciones, las personas, las ideas y los acontecimientos que configuran el nacimiento de la nación política y, por tanto, de la libertad moderna en España. Con gran acierto, y para cumplir con este objetivo, se creó en noviembre de 2007 la Fundación Dos de Mayo. Nación y Libertad, dirigida por el catedrático Fernando García de Cortázar.

Al tiempo que Esperanza Aguirre se prodigaba en la presentación de obras de historia que contaban algo distinto sobre los españoles y su lucha por la libertad, en la Fundación, y bajo su tutela, se organizaban exposiciones para conmemorar la jornada del Dos de Mayo, se pronunciaban conferencias en seminarios, o se recuperaban libros que de otra manera seguirían perdidos. El propósito era divulgar entre los españoles el pasado de lucha por la libertad desde 1808, las Cortes de Cádiz, la Constitución de 1812, el establecimiento del Estado constitucional –uno de los primeros de una Europa entonces absolutista–, y las casi interminables batallas por las libertades hasta el siglo XX. Porque la Historia no empieza en 1931, y menos aún la de la libertad y la democracia.

En el pasado mes de julio, Aguirre resumía en una jornada del Campus FAES el empeño que había tenido personalmente en el conocimiento de la Historia. Uno de los problemas del país, decía, es que no se tiene interiorizada la narración del pasado, que los españoles, a diferencia de los franceses, los británicos o los norteamericanos, desconocen "cómo hemos llegado a ser lo que somos".

Con la marcha de Esperanza Aguirre se nos va una política que tomaba la Historia sin complejos, que se alejaba del tópico del eterno fracaso para tener en cuenta los aciertos y los errores, que plantaba cara al paradigma dominante, y que no se amedrantaba a la hora de opinar sobre los avatares históricos de nuestro país. Me temo que es una pérdida irreparable, y no sólo para el conocimiento de la historia de la libertad. 

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