Zapatero ha conseguido, con su talante, que la felicitación de la Navidad sea una definición política del interlocutor. Sépalo usted. Si a sus seres queridos, amigos, vecinos o conocidos les ha dicho, conscientemente, “Feliz Navidad”, usted se encuentra en ese grupo humano de raíz cristiana que pretende apropiarse de estas fechas. No sólo eso. Con su manifestación, puede ofender a otros contingentes humanos que, con resignación, soportan la opresión de la Iglesia católica. Es más, usted, con su “Feliz Navidad”, está impidiendo, a todas luces, la alianza de civilizaciones. Por que la multiculturalidad de Zapatero y los iluminati del progreso es hacer dejación completa de los principios, tradiciones y valores propios.
Si usted ha decidido, porque le hace ilusión, levantar una representación del nacimiento de Jesucristo, es decir, un belén, está reproduciendo sistemas de dominación intolerables. El rey Baltasar no es el “rey negro”, no, es el “rey subsahariano”. No hay lavanderas, porque es machista, sino ciudadanos que desempañan un trabajo social. La solución es eliminar el concepto de belén, y transformarlo en un “paisaje invernal”. Claro que, también hay otra salida, más conceptual, vanguardista y gallardoniana, que resuelve la cuestión de lo políticamente correcto: quitarlo.
Y las felicitaciones navideñas –con perdón–, los christmas, son otra declaración política. Si usted ha enviado por carta o e-mail, por ejemplo, “La adoración de los Reyes”, un óleo de Nuñez del Valle, con su Niño Jesús, la Virgen, San José, y sus angelitos, reyes, pajes y camellos, está ofendiendo a la sociedad laica. Lo correcto es enviar una imagen inocua, como la de un árbol, con un mensaje válido para cualquier circunstancia: “Por un mundo en paz, más justo y solidario”. Y usted es un hipócrita si no elige un christma que haya sido realizado a mano en Nepal por la cooperativa de mujeres Mahaguthi, según los principios del Comercio Justo, y con papel 100% ecológico.