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Jorge Vilches

Pero ¿qué es la derecha?

Sería grato encontrar alguna diferencia entre la renovación programática de una de las organizaciones políticas patrias y una campaña estratégica de búsqueda de mercado para la venta de una bebida refrescante.

La "actitud" es al centro de Rajoy lo que el "talante" para el socialismo de Zapatero: qué hay hoy para comer que traigo cubiertos. Pero como estudioso del mundo contemporáneo, de las democracias liberales y los totalitarismos en particular, desearía encontrar una ideología detrás de los dos grandes partidos con los que se articula este sistema constitucional de nuestros sinsabores. La razón es que sería grato encontrar alguna diferencia entre la renovación programática de una de las organizaciones políticas patrias y una campaña estratégica de búsqueda de mercado para la venta de una bebida refrescante.

El amigo Girauta decía en La eclosión liberal, esa pequeña joya del ensayo-protesta de la era tardoaznarista, que el PP se había convertido en el aglutinante de la no-izquierda. Y no le faltaba sentido: en las filas populares estaba gran parte del abanico liberal y conservador del país. Hoy, tras dos derrotas consecutivas, el PP se amanece (o madruga) definiéndose como un partido que no es de derechas.

Tal galimatías nos lleva a una consideración quizá crucial: ¿qué entienden por "derecha"? Posiblemente, los que niegan su identidad sigan aferrados a la definición que hizo Noberto Bobbio partiendo de una edulcorada visión de la Revolución francesa. La izquierda sería la heredera de 1789 representando la pureza de la libertad, la igualdad y la fraternidad; mientras que la derecha es el autoritarismo, la desigualdad y el sálvese quien pueda.

El apego a esta consideración en apariencia infantil revela un cierto complejo y una compleja realidad. El primero parece claro: la incapacidad para definir un anclaje histórico y defenderlo sin temor. Y la segunda cuestión también es evidente: el conservadurismo se ha impuesto sobre el liberalismo. Ya Hayek –con perdón– denunció que los conservadores habían asumido quehaceres socialistas. Hoy, la derecha que dice no serlo sigue la estela de aquel conservadurismo socialdemócrata, con una pátina de tecnocracia fraguista, recelo a los liberales, y la derrota presente en ese discurso complaciente con la izquierda.

Sería una lástima que el PP renunciara a identificarse y representar a la derecha, tanto como que despreciara el tener a gala una tradición histórica defendible; me refiero al patriotismo liberal del XIX y al liberalismo español. El resto de fórmulas centristas, ya sea un conservadurismo socialdemócrata con un discurso progre, o una tecnocracia con palabrería plurinacional y ecofeminista, no es más que apuntalar el poder socialista.

Recordemos que no hay que confundir los principios con un programa electoral. Cánovas y Sagasta, los dos liberales, no cambiaban las bases ideológicas de su partido en cada cita electoral, solamente los términos de su propuesta a los votantes. Pero entonces no había tantos complejos, ni los socialistas dominaban el mundo cultural y académico. Eso sí, llegaron los regeneracionistas y España se convirtió en un problema metafísico causado por el liberalismo y la antipatía que generaba. Aquellos del 98 sí que eran centristas de pro. Pero eran otros tiempos, ¿o no?

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