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Jorge Vilches

¿Quién habla de Rajoy?

Con este debate sobre la continuidad del presidente, los socialistas le están arrebatando al Partido Popular lo único que puede presentar a las elecciones: que no son Zapatero.

La maniobra propia y ajena para quitar de en medio a Zapatero, e intentar, mal que bien, salvar los muebles electorales en las autonómicas de 2011 y las generales de 2012 con otro candidato socialista, no tiene ya lógica. Ha pasado el tiempo. Lo más conveniente hubiera sido hacerlo después del verano de 2010, y no esperar a la humillante derrota de los comicios catalanes. Ahora no puede ser. Habría que convocar un congreso extraordinario donde se darían cita, tras empujones y puñaladas, los distintos candidatos a recoger el cadáver político. Y todo ello en un ambiente de derrota, de decaimiento y descrédito. Pero además, ¿quién querría ser el nuevo Almunia y poner en riesgo su carrera profesional en el peor momento para su partido y para la economía española desde 1978?

El PSOE está atrapado, abocado a seguir presentando a Zapatero a la sociedad española como lo mejor que pueden sacar de entre sus filas. La solución que encontrarán será la de esperar, la de aguantar la censura general que recibirán en las autonómicas del año que viene. Oiremos entonces, otra vez, que Zapatero debe irse por bien del partido y del país, pero no lo hará. "Gobernar es resistir", como dicen los malos gobernantes. No dimitió en su día Montilla sabiendo que iba a perder, y decidió aferrarse a una tan remota como falsa "derrota honorable"; si es que dicha derrota es posible en política cuando se está en el Gobierno. Si a esto añadimos la soberbia del gobernante, inducida por el entorno adulador, no hay vuelta de hoja: aguantará hasta el final.

Por otro lado, no faltará el zapaterista que crea que el debate sobre la continuidad del presidente beneficia a su partido. La razón es bien sencilla. La cantidad de artículos, tertulias y debates en los que uno de los temas estrella es si Zapatero se presenta o no a las elecciones de 2012 hace que la opinión pública se imagine que basta con cambiar de socialista en el Gobierno para que la ilusión o la perspectiva de salir del pozo renazcan. Es decir; no se habla del fracaso del PSOE o de un socialismo trasnochado, cortoplacista, que ha pactado con grupúsculos nacionalistas antisistema, con una política exterior tan contradictoria como vergonzosa, y cuya gestión económica ha sido lamentable. No. Se habla de los errores de Zapatero y de la posibilidad de que surja de las filas de su partido alguien con la imagen de líder ya construida, y que simule, al menos, el ser un estadista capaz de enderezar al Gobierno y de apartar al PSOE de la senda política suicida zapaterista. De esta manera, habrían arrebatado así la vitola de alternativa al propio Rajoy, porque la alternativa a Zapatero estaría dentro del Partido Socialista.

La pregunta, entonces, es evidente: ¿quién habla de Rajoy? El jefe de los populares ha desaparecido del discurso político, del análisis de la crítica situación. No está en los proyectos para desbancar a Zapatero salvo en boca de los portavoces del PP. En conclusión; con este debate sobre la continuidad del presidente, los socialistas le están arrebatando al Partido Popular lo único que puede presentar a las elecciones: que no son Zapatero.

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