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José Antonio Martínez-Abarca

Caldera, Narbona y Valenciano

Mientras el planeta examina las insuficiencias estructurales de la socialdemocracia para dar respuesta a la realidad, nuestro socialismo autóctono habla de que es hora de avanzar con paso firme hacia una izquierda que no gobernaría ya en ningún sitio.

De entre los países serios, no hay ni uno donde la izquierda con vocación de poder diga que lo que necesita es otro giro a la izquierda. Entre los países homologados y más o menos desarrollados, la izquierda con vocación de poder lo que emprende siempre, y de manera acostumbradamente insuficiente (por eso pierde en los últimos años tantas elecciones), es un giro a la derecha. Siempre hay un buen giro a la derecha para la izquierda. Excepto en esa anomalía llamada España. España es el único país del primer mundo en resuelta deriva hacia el segundo y con franca vocación de tercero donde la izquierda aún amenaza con izquierdizarse, como si no estuviese sometida a la influencia del resto del planeta (el viejo aislacionismo orientalizante), o incluso nuestra propia experiencia española. Ya sabemos dónde han terminado en España todos los giros a la izquierda. En rectificar mal, tarde y nunca para girar a la derecha cuando ya no hay remedio para lo anterior y entonces anunciar que lo que hace falta es un giro todavía mucho mayor a la izquierda. La resaca, ya se sabe, se soluciona bebiendo otra vez, hasta el coma.

La tenida por socialdemocracia española, que ha venido acusando a la derecha de no parecerse a la europea cuando la que no se parece es esa supuesta socialdemocracia  (un socialdemócrata español sería aproximadamente, salvo por su querencia por hacerse rico, un eurocomunista en Inglaterra, por ejemplo), echa la culpa de su desastre a haber tenido que adoptar políticas de derechas... para tratar de arreglar, mal, sus previas políticas de izquierdas. Han puesto a los viejos compañeros Caldera y Narbona a redactar el programa electoral del PSOE para las generales, lo cual, salvo que los aten de pies y manos, indica otro giro a la izquierda del PSOE cuando el Universo Mundo gira entero a la derecha, incluidos los compañeros de la Internacional Socialista, la mayoría de los cuales aquí serian tenidos por peligrosos revisionistas. Dos calamidades, Caldera y Narbona, que vuelven piafantes a la escena de su crimen. Caldera aún nos cuesta mucho dinero público con aquella política del "papeles para todos", que ha derivado en empleo para casi nadie y merodeo para demasiados. De Narbona, simplemente, el país no se ha recuperado de su recuerdo. España empezó a ser un paraje mucho peor, más egoísta, más exasperado, más cerril y más anacrónico (con la coartada de las "nuevas sensibilidades") desde que Narbona entró al Ministerio de Medio Ambiente. Y, como responsable de organizar la próxima campaña socialista, Elena Valenciano, precipitado de todas las tragedias intelectuales del mundo contemporáneo. Como se lee en su blog, infinitamente más irrespirable que el célebre de la compañera López i Chamosa. Qué tres patas para un banco.

Mientras el planeta examina las insuficiencias estructurales de la socialdemocracia para dar respuesta a la realidad, nuestro socialismo autóctono habla de que es hora de avanzar con paso firme hacia una izquierda que no gobernaría ya en ningún sitio. Pero es verdad que en la Internacional Socialista cabe cualquier cosa: estaba Hosni Mubarak.

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