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José Antonio Martínez-Abarca

Mariano, a por brujas

Mariano estará otra vez de acuerdo conmigo en que con él y con lo sucedido en la COPE la política de comunicación del PP ha superado el desastre que dejó su antecesor, y parecía realmente difícil.

La derecha española todavía no sabe que se ha disparado en la boca. Salieron a cazar gamusinos y, por aburrimiento o por el qué dirán, se han cazado a sí mismos. La salida de Federico Jiménez Losantos de la COPE es algo que difícilmente habría igualado, no digamos mejorado, la tan célebre, por rematadamente imbécil, política de comunicación de Aznar. Es curioso pero una vez tuve la oportunidad de hablar de esto de Aznar con el mismísimo Mariano Rajoy, cuando hacía muy pocos días que había perdido sus primeras elecciones generales. Era el mismo tipo confianzudo de siempre, por quien no vamos a perder el cariño ni retirarle el voto por una debacle más o menos. Se quejaba aquella tarde de sábado don Mariano del trato que estaba dando al PP, por la tele, el Informe semanal de la primera cadena, a vueltas con el caso "Yak 42".

  • Don Mariano, lo que no puedo entender es lo que hizo el Gobierno de Aznar, que era el suyo también, con la política de comunicación y el trato a los medios. Qué desastre. No se pudo haber hecho peor...
  • Ahí no estuvimos acertados, es verdad. Es que la política de comunicación dependía de tres instancias distintas, y no había forma de coordinarlas entre sí, había gente que pensaba cosas distintas.
  • Pues espero que esta derrota electoral sirva para dejar bien claro que en buena parte está usted así por aquello (le gritaban "presidente, presidente", y a lo mejor se lo creyó).

Y venga a beber cañas mirando la tele del bar y a quejarse del Informe semanal. Pensé que en aquellos días Rajoy había aprendido algo sobre por qué Aznar acabó como sigue hoy día, una lección bien sencilla. No había aprendido nada. Debió saber Rajoy, durante todo este tiempo, que las, por cierto muy moderadas, críticas de FJL hacia su persona, que en realidad lo eran puntualmente hacia su gestión política, significaban únicamente el pequeño lujo de independencia que se podía permitir (bueno, ya vemos que no podía) la maquinaria mediática liberalconservadora vertida durante todas las mañanas de la COPE, para mantener en el "activismo" a una gran masa de votantes suyos. De Mariano, no de Federico. La COPE, donde estuve ocho años, es un sitio muy particular, y hasta ahora libre, donde la única indicación que me hicieron nunca es su preocupación porque me vieron en una tele donde también salían echadoras de cartas y mensajes de móvil ofreciendo putiferio. "Conque sales en una tele de porno y brujas: ¿Tú quieres que el obispado me cierre la emisora?", me dijo el director territorial. El obispado, junto con la derecha política, debían creer tanto en brujas que se pusieron a perseguirlas por sus dependencias.

Mariano estará otra vez de acuerdo conmigo en que con él y con lo sucedido en la COPE la política de comunicación del PP ha superado el desastre que dejó su antecesor, y parecía realmente difícil. Supongo que entendí mal y de lo que aquella tarde de sábado se quejaba Rajoy es que el Informe semanal les diera tan poca caña para lo que merecían.

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