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José Antonio Martínez-Abarca

Tampoco se resignan

Si abrimos el debate ideológico, que hay que abrirlo, muchos se van a llevar un susto porque creían que esto del PP consistía en hacer lo mismo que el PSOE pero con la humildad de saberse perteneciente a una inferioridad moral.

Cuando escucho a la presidenta madrileña Esperanza Aguirre hablar de que "no me resigno" y de "abrir el debate ideológico" con el PSOE, me acuerdo de lo que me decía mi amigo el poeta José María Álvarez sobre que "liberales, liberales, seremos siete u ocho en España y alguno más en todo el mundo". No hay que resignarse en el PP. Al menos hasta que lleguemos al medio centenar de tipos colocados en ese partido que no se autodefinan como "con ideas de izquierdas aunque conservadores en economía", que es como dicen ser la mayoría de cargos del PP con los que he hablado en veinte años. Yo creo que el primer debate ideológico que cabría en el PP es decidir si ahí dentro es posible la convivencia con alguien que admita tener, aunque rápidamente sofocado, algún pensamiento de derechas.  No digamos ya discutir sobre la excelencia educativa, algo que le debe sonar a Rajoy como si fuese una proclama del "manifiesto futurista" de Marinetti.

Si abriéramos el "debate ideológico" en el PP, a lo mejor nos encontraríamos con que la mayoría de los políticos que se metieron ahí lo hicieron porque era el único partido donde no te tenías que preocupar, dado que toda la ideología que estaba permitido tener ya te la ha venido suministrando el PSOE. Yo dentro de los cargos del PP me he encontrado a democristianos, pancistas, socialistas del concilio Vaticano II, jefes de sección de grandes almacenes que se equivocaron de puerta, etc. Lo que no me he encontrado casi nunca en el PP es a alguien que sea del PP. Al menos de aquel PP que refundó Aznar con unos principios inspiradores claros y del que no se acuerda ya ni Federico Trillo, que ahora va de respetuoso contacto de Rubalcaba. Casi todos los cargos del PP parecen haber advenido a ese partido como se llega sin sobreprecio a la primera clase de los aviones cuando en ésta sobran muchas plazas y se encuentra petada la clase turista. Si abrimos el debate ideológico, que hay que abrirlo, muchos se van a llevar un susto porque creían que esto del PP consistía en hacer lo mismo que el PSOE pero con la humildad de saberse perteneciente a una inferioridad moral. El día en que se abra el debate ideológico en el PP alguien de Génova se levantará airado diciendo que qué piensan de toda esta fiesta la revista de Alfonso Guerra y la fundación de Jesús Caldera.

Cuando, en el actual PP, algún cargo emite en público algo que debiera ser un valor unánimemente aceptado en ese partido (por ejemplo, la insostenibilidad de casi todo en la España, salvo tal vez el Sistema Métrico Decimal), ese cargo lenguaraz siempre sale luego a desmentirlo ante el escándalo mediático. No sea que alguien piense que ese cargo del PP es en serio del PP, y no solamente un infiltrado. Sólo faltaría. El PP tiene un problemilla, y no es que no tenga ideología, sino que sus políticos en realidad luchan contra la idea, para ellos vergonzosa, de pertenecer a un partido que no se parezca al PSOE. Tampoco se resignan.     

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