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José Bastida

Obama, el nuevo Chamberlain

Presidente por 'crowdfunding' y premio Nobel preventivo, Barack Obama ha bendecido el castrismo en la Cumbre de las Américas.

Presidente por crowdfunding y premio Nobel preventivo, Barack Obama ha bendecido el castrismo en la Cumbre de las Américas. Como la anterior edición de 2012 había sido un fracaso para él, porque de lo único que se habló fue del escándalo con prostitutas que protagonizaron miembros de su servicio secreto, ahora este pato cojo quiso hacer historia pactando con la dictadura criminal-comunista de los Castro. El encuentro entre Raúl y Barack, que toda la prensa papanatista califica de "histórico", recuerda al que el primer ministro Chamberlain mantuvo con Hitler en 1938, por el que presumiblemente se aseguraba la paz en Europa. El ingenuo de Chamberlain (digno premier) quería creer que su política de apaciguamiento había conseguido parar el belicismo del sociópata Adolf Hitler. Lo que vino después fue el conflicto más trágico de la Historia.

Ahora Obama, en su inmensa progrez (es como un trasunto de Zapatero pero multiplicado por 50), quiere acabar con la caduca Doctrina Monroe y hacerse el colega de todos los populismos narcocomunistoides de Latinoamérica firmando la paz con el castrismo: el cerebro y brazo ejecutor de todas esas políticas colectivistas, generadoras de miseria y opresión al sur del río Pecos. Porque la infiltración cubana en los gobiernos del subcontinente es de una evidencia que incluso los servicios secretos obamitas podrían constatar. Desde la suicida incursión del Che en Bolivia en 1967 (alentada por Fidel) hasta el actual movimiento chavista, pasando por montoneros y tupamaros en los 70 o las eternas FARC colombianas, el castrismo ejerce una influencia determinante en la política sudamericana, que provoca inestabilidad social, ruina moral y pobreza estructural por culpa de una economía narcomafiosa, disfrazada de proclamas teológico-marxistas cuyo mesías redentor es el camarada Fidel.

Y Obama, en su afán redentor (Irán también está en su negligente y desaprensiva agenda), da la mano al mandado (que no mandatario) Raúl para perpetuar en Cuba y sus países satélites un clima político tóxico donde, por ejemplo, negros y homosexuales cubanos son víctimas de vejaciones, pacíficos disidentes se pudren en las cárceles castristas (lo mismo que en Venezuela) y fiscales argentinos se mueren suicidados…

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