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Tres semanas de primarias demócratas y tres semanas de victoria para John Kerry. De las siete elecciones del supermartes del tres de febrero, cinco se han sumado en la cuenta  del senador por Massachussets: Arizona, Delaware, Missouri y Nuevo Méjico. El también senador John Edwards ha vencido brillantemente en su Carolina del Sur natal, y ha quedado a poco más de mil votos de repetir victoria en Oklahoma, que finalmente ha sido para el General Clark.
 
En esta relación no entra Howard Dean, quien previendo el fracaso en este día se ha concentrado en la ronda del sábado 7, cuando en dos únicos estados, Washington y Michigan, se ponen en juego un número ligeramente menor que el del pasado supermartes. Dean sigue en la carrera, ya que no se debe olvidar que lo que cuentan son los delegados, y que tras los 244 de John Kerry vienen los 121 del ex gobernador de Vermont. Pero una vez hecha añicos su anterior aureola de invencible, tendrá que ganar en algún estado muy pronto, si quiere recuperar prestigio como candidato.
 
Lo cierto es que la lucha por enfrentarse en noviembre a George W. Bush no ha hecho más que comenzar y  que muy poco está decidido, con una incertidumbre que no se daba desde hacía mucho en unas primarias demócratas. Kerry se ha convertido en el hombre por derrotar, y por tanto en el centro de las críticas. Pero sigue siendo el candidato más poderoso y a él se le cree más capaz que el resto de batir a Bush en las próximas elecciones. De hecho, una reciente encuesta le coloca en intención de voto por encima del actual presidente, por primera vez para un candidato demócrata, en un momento en que Bush pasa sus horas más bajas en la opinión pública desde que ocupó la Casa Blanca. Y además Kerry ha demostrado que puede ganar en cualquier parte del país, pese a su mayor debilidad en el sur. Ningún otro candidato puede decir nada parecido, hasta el momento.
 
Así las cosas, John Edwards suena cada vez más como compañero de ticket de John Kerry, lo que le otorgaría la vicepresidencia en caso de victoria demócrata. Edwards ha elaborado un discurso demagógico de no más de medio folio que repite una y otra vez y que supone una auténtica prueba de resistencia para sus seguidores. Un discurso de “las dos Américas”, una para ricos y otra para pobres, que el New York Times entronca con la vieja tradición populista sureña “antes de que fuera contaminada con el racismo”. Pero le ha funcionado, ya que se ha ganado la imagen de una persona que “entiende los problemas reales de la gente” y que lucha por ellos oponiéndose, por ejemplo, al Tratado de Libre Comercio con Méjico y Canadá. Precisamente en el sur y en la deriva populista es donde están los puntos débiles de John Kerry, lo que haría de Edwards un complemento ideal, pese a que ayer negara expresamente esa posibilidad en una entrevista concedida a Fox News. Kerry aportaría la experiencia y el dominio de los asuntos exteriores de que Edwards carece, además de pertenecer al norte, lo que se complementa con la procedencia del joven abogado.
 
 
¿Quién es John Kerry?
 
The Economist se pregunta si es “el hombre que venza a George W. Bush”, cuestión a la que los votantes demócratas están respondiendo afirmativamente. The Wall Street Journal es más escéptico y no sin mala intención afirmaba, en un reciente editorial, que el partido demócrata está eligiendo su Bob Dole, en referencia al candidato republicano que fracasó estrepitosamente en su intento de evitar la reelección de Bill Clinton.
 
John Kerry tiene el áurea de hombre moderado, pese a que el récord de votos en sentido “progresista” es de 93 sobre 100 según la Americans dor Democratic Action, lo que le deja por delante incluso del también senador por Massachussets Ted Kennedy, pese a ser la figura más señera del progresismo en los Estados Unidos, ya que su récord es de “tan sólo” el 88%.
 
Los republicanos atesoran munición argumental con la que batirse con Kerry, y van a encontrar mucha, dada la extensa carrera del senador, que cuando no sumaba 20 años ya soñaba con que sus iniciales, JFK, pudieran volver lucir en el Despacho Oval. Oficial del ejército durante Vietnam, salvó la vida de varios compañeros, lo que le ha valido lustrarse el pecho con varias condecoraciones, entre las que está la estrella de plata. Vuelto a su país se convirtió en un líder opuesto a la misma guerra en que luchó, lo que definitivamente lanzó su carrera política. Es contrario a los recortes de impuestos de la actual Administración, favorece la “discriminación positiva”, defiende el aborto y es un firme partidario de incluir a los Estados Unidos en el protocolo de Kyoto. En definitiva, un hombre que piensa de un modo muy distinto al de George W. Bush, a excepción del control el gasto público, en lo que ninguno puede erigirse en campeón.

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