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José Carlos Rodríguez

Sexo y libertad

La libertad es una, y o se quiere o se desprecia, como hacen los socialistas. La temen, la odian, la insultan en cuanto tienen ocasión. Y en el sexo como en todo lo demás.

Nunca he entendido la fiesta del "orgullo gay". Si es una elección personal o una preferencia, imagino que la fiesta tendrá más que ver con el respeto o la dignidad que con el orgullo. Lo que ya no me cabe en la cabeza es hablar de orgullo en una fiesta subvencionada. Lo último que permitiría cualquier persona mínimamente orgullosa es que otros le paguen sus elecciones personales. No sé. Tendré que escribir a Luis Margol para pedirle que me lo aclare, porque yo me veo incapaz de entenderlo.

La ministra-cuota de subvenciones culturales ha pasado de lucir palmito en el EuroPride a departir filosofía (siéntense)... sobre la libertad. Como habrá leído a Marx en varios idiomas y con el mismo provecho, se habrá sentido como nos imaginaba Carlos en su sociedad ideal: "cada cual puede ser hábil en cualquier área que desee". Pero, claro, el pensamiento de Marx siempre se dio de bruces con la naturaleza humana. Y como la naturaleza puede llegar a ser muy cruel, se ha cebado innecesariamente con la ministra Calvo, en esto de la filosofía. La Calvo ha dicho este sábado, con Zerolo a la izquierda, que "la principal libertad de la persona" es la sexual.

Curiosa prelación de libertades, la de la socialista. Porque si la principal libertad de la persona es la sexual será porque el principal rasgo de la persona es su sexualidad. ¿Se puede tener una idea más roma del ser humano? Es decir, que de todos los atributos de la persona el primero, según la Calvo, es el que enciende determinados humores. Si es así, ¿cómo es que no ha propuesto todavía un Ministerio del Sexo, como el Ministerio del Amor de 1984?

Además, la sexual será, para la ministra, la primera de nuestras libertades... y la última. Porque forma parte de un Gobierno que nos quiere prohibir fumar, beber vino y caer en otros vicios, anunciar hamburguesas, ver pelis extranjeras, y ya de paso educar a nuestros hijos en nuestros valores, o sencillamente informar de lo que pasa. Mucho mejor limpiar las calles de mendigos y prostitutas.

Pero es que ni primera ni última. La libertad es una, y o se quiere o se desprecia, como hacen los socialistas. La temen, la odian, la insultan en cuanto tienen ocasión. Y en el sexo como en todo lo demás. No ya porque les ha salido de dentro esta veta neoinquisidora por ejemplo con las prostitutas, sino porque abrazan con su Alianza de Civilizaciones a los regímenes islámicos más retrógrados, y con su diálogo de progreso a Castro, que también gusta de reunir a los homosexuales, pero en cárceles y campos de trabajo. ¿Por qué no celebrar un WorldPride en La Habana para que la ministra Calvo hable en la isla de libertades, allá inéditas?

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