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José Carlos Rodríguez

Todos contra Trump

Una parte importante del éxito de Trump es un discurso antielitista que todavía está muy arraigado en la sociedad estadounidense.

Donald Trump ha vuelto a ganar. Se ha llevado los estados de Alabama, Arkansas, Georgia, Tennessee y Virginia, en el sur, más Massachusetts y Vermont. Ted Cruz, por su parte, ha vencido en Tejas, Oklahoma y Alaska, y Marco Rubio en Minnesota.

Todos los analistas, o casi todos, y yo el primero, nos hemos equivocado al augurar una fulgurante y breve carrera de Trump. En este momento lidera la cosecha de delegados para la convención republicana, que tendrá lugar del 18 al 21 de julio en Cleveland. Suma 316 delegados, por los 226 de Ted Cruz y los 106 de Marco Rubio.

El Supermartes ha sido decisivo en la elección de muchos candidatos desde 1988. George H. W. Bush se quedó sin rivales tras el de 1992 (de sólo 11 estados en esa ocasión). Bob Dole venció también en esa cita de 1996, aunque estaba menos concurrida (7 estados), y de todos modos tampoco hubiese tenido rival. W, como se llama en ocasiones al 43º presidente de los Estados Unidos, se convirtió virtualmente en el candidato republicano en la gran cita del año 2000 (16 estados). En 2012, Mitt Romney se valió del impulso del Supermartes para encauzar su candidatura. Se tomaba, así, la venganza de la historia análoga que había aupado a John McCain cuatro años antes. En el lado demócrata, los candidatos que se ganaron su primacía en estas primarias celebradas un mismo martes fueron Bill Clinton (1992), Al Gore (2000) y John Kerry (2004). Pero no Obama en 2008, pues aquella cita terminó con resultados mixtos.

Tiene toda la pinta de que esta cita, la del pasado martes, es un empujón importante, aunque no definitivo, para el enfrentamiento entre Trump, el Donald más famoso desde el pato, y Hillary Clinton, quien ha cosechado un resonante éxito. Pero antes de que nadie recuerde la película Alien v. Predator, cabe hacer ver que aún no está escrito quién pronunciará el discurso triunfal en Cleveland.

Hay cuatro decenas de delegados de otros tres candidatos, John Kasich, Ben Carson y Jeb Bush, de modo que Trump no ha logrado, pese a sus victorias, una mayoría de delegados, si bien está cerca, con el 47% de que se han repartido hasta el momento. Trump tiene el impulso del momento. Tiene la atención obsesiva de la prensa, y hay una correlación, imprecisa pero cierta, entre el número de minutos en televisión y el apoyo electoral. El dinero empieza a correr hacia él. Y si tiene el desprecio del stablishment republicano (sólo el senador Jeff Sessions le ha mostrado su adhesión), eso sólo va a su favor.

Una parte importante, aunque difícil de calibrar, del éxito de Trump es un discurso antielitista que todavía está muy arraigado en la sociedad estadounidense, y especialmente entre los republicanos. Esa fue la clave de la victoria de George W. Bush frente a John Kerry, hace sólo doce años. Otra parte, relacionada con la anterior, es el nacionalismo y el nativismo. Su discurso puede hacerle ganar la candidatura republicana, pero no la Casa Blanca.

Cruz tiene, frente a Clinton, una ligerísima ventaja, y Rubio luce aún mejor en la comparación. Sin embargo, este Supermartes ha demostrado que el de Florida tiene grandes virtudes, pero mayores carencias o puntos débiles, y ser el chico del establishment es uno de ellos. Sólo un ticket liderado por Cruz, quizás acompañado por John Kasich, y con el apoyo del resto, puede dejar la aventura de Donald Trump en la historia de las curiosidades de esta campaña. Pero tendrán que actuar antes de la siguiente cita importante, que es el 15 de marzo.

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