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José García Domínguez

Canal 9 ha muerto: ¡viva TV3!

O farmacias o TV3, he ahí el dilema del 'president'. Y, naturalmente, ha elegido TV3.

O farmacias o TV3, he ahí el dilema del 'president'. Y, naturalmente, ha elegido TV3.

Sabiendo quimera imposible el que en España se privaticen los medios de comunicación privados, al menos deberíamos celebrar que, de vez en cuando, se haga lo propio con alguno público. O que, en su defecto, se clausuren, como parece va a ocurrir con ese llamado Canal 9 de Valencia. Allá por 1955 un tío carnal de Javier Bardem sentenció a propósito del cine español de cuando entonces que era "políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico". No se me ocurre definición mejor para esas televisiones que se dicen autonómicas. En cierta ocasión, el difunto Nicolae Ceaucescu, un firme partidario de las políticas de austeridad, dejó a los habitantes de Bucarest sin calefacción durante un invierno polar a fin de poder pagar la deuda externa sin incurrir en mora. Al tiempo, invirtió el 30% del PIB de Rumania en construirse un nuevo palacio presidencial. Había que elegir, o estufas o palacio. Y el malogrado Nicolae eligió palacio.

Artur Mas también tenía que elegir durante estas vísperas. Su disyuntiva, por lo demás, no era muy distinta a la del Conducator. O farmacias o TV3, he ahí el dilema del president. Y, naturalmente, ha elegido TV3. Razón de que las boticas todas del país petit hayan echado el candado este jueves en protesta por los impagos ya crónicos de la Generalitat. Sépase al respecto que la plantilla de TV3, con una audiencia potencial de 7,5 millones de víctimas, asciende a 2.700 personas; más del doble que Tele 5, que, con un mercado teórico de 47 millones, cuenta con apenas 1.104 empleados. Y que la nómina de la televisión nacionalista supone para los contribuyentes españoles un quebranto de 160 millones anuales. O que el salario medio ahí anda por los 62.000 euros.

Pero aún les sabía a poco. Así, el tripartito de Montilla y Carod consideró en 2010, esto es en plena recesión, que hacía falta aumentar la nómina en 3,6 millones adicionales. Y se procedió a ello sin tardanza mayor. Ya se sabe, todo por la pàtria. Eso sí, a las farmacias ni un duro. De la Rumania comunista, por cierto, se trajo Adolfo Suárez a Valerio Lazarov para que le pusiera un poco de zoom a la caja tonta de la dictadura. Un fichaje que se podría haber hecho a la inversa con la legión de comisarios políticos de todos los canales nou que infestan el espacio radioeléctrico peninsular. Al cabo, cualquier presentador de las autonómicas haría felices a Ceaucescu, a Brézhnev o al llorado abuelo de Kim Jong Il. Y es que el impúdico, obsceno servilismo de esos chiringuitos audiovisuales para con el mandamás regional de turno haría pasar a la mismísima RTVE por modelo ejemplar de independencia, rigor y ecuanimidad. Canal 9 ha muerto: ¡viva TV3!      

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