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José García Domínguez

Cuidado con Sánchez

No es ningún amateur: sabe lo que hace. Lo sabe muy bien.

No es ningún amateur: sabe lo que hace. Lo sabe muy bien.

Se están equivocando con él, ese Pedro Sánchez es hombre dotado con una notable inteligencia política. Acaba de demostrarlo. Ese Sánchez posee la audacia instintiva de los líderes genuinos, atributo en extremo infrecuente. Tanto que en la vida pública española contemporánea apenas se puede mencionar un precedente: Felipe González. Cuidado con Sánchez. Para los estándares del socialismo tardomarxista imperante en la Europa de finales de los setenta, Felipe González era algo así como una Margaret Thatcher con patillas, un tibio entre los blandos. Y acaso por ello mismo incurrió en una licencia temeraria que no se hubiera permitido gauchista alguno de la época: la campaña del no a la OTAN.

Tan legendarios ya, los 202 diputados del primer gobierno socialdemócrata de la historia de España jamás habrían sido posibles sin aquel amago escénico que muchos entonces tomaron por el torpe desvarío de un diletante inexperto. Pero se equivocaron. Los aficionados, muy pronto se supo, fueron ellos. González, por el contrario, era un animal político en estado puro. Y ese Sánchez ya ha ofrecido más de un indicio de estar hecho de la misma pasta. Porque si atrevida fue la puesta en escena con el puño en alto que presidió su campaña toda, más atrevida aún ha resultado la primera decisión como líder del partido, desmarcándose de la familia socialista europea al no respaldar a Junker. Sánchez es un moderado capaz de travestirse de radical siempre que la ocasión lo aconseje. Y eso, en política, suele ser un indicio cierto de genio.

Un lugar común de las tertulias establece que en las primarias internas los candidatos giran a la izquierda o a la derecha, según el partido de que se trate, para luego adoptar posiciones mucho más centristas. Pero Sánchez no piensa como un tertuliano. Bien al contrario, ha entendido que el mimetismo automático con la política yanqui no se puede exportar a España sin más. Sánchez es consciente de que, a día de hoy, la base sociológica del PSOE está mucho más sesgada hacia la izquierda que la militancia del partido. Y ha comenzado a obrar en consecuencia. Ese Sánchez no es ningún amateur: sabe lo que hace. Lo sabe muy bien. El supremo logro histórico de Felipe González fue meter a la izquierda de grado en la OTAN. Y el suyo será meter al PSOE de cabeza en la Gran Coalición. Lo dicho, cuidado con Sánchez.

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