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José García Domínguez

El concierto catalán

En fin, eso viene a ser como contemplar a los Morancos interpretando Electra en los siete dialectos del griego clásico y con traducción simultánea al lenguaje de los sordos.

Siempre que uno oye cavilar en voz alta a la Carme(n) y a Pepe Montilla entre el bullicio cómplice de la Familia, no le queda más remedio que recordar con admiración al viejo Marx del Dieciocho Brumario que sentenciara aquello de que la Historia sólo se repite bajo el telón de la farsa. Y es que el eterno cuento de Pujol con los calers del "expolio fiscal" no tendría ni un pase ético, pero había que reconocerle cierta coherencia estética. Al cabo, ese aire tan suyo de viejo carlistón trabucaire atemperado por la rígida disciplina del Colegio Alemán le iba como anillo al dedo al guión del agravio comparativo.

Sin embargo, lo de ahora, el remake socialista, con la del Bajo Llobregat y el de Iznájar compartiendo cartel estelar en la misma comedia bufa del hecho diferencial mancillado... En fin, eso viene a ser como contemplar a los Morancos interpretando Electra en los siete dialectos del griego clásico y con traducción simultánea al lenguaje de los sordos. De ahí que en Ferraz ya anden escondiendo a estas horas que el PSC se ha vuelto a poner estupendo, y que les exige que el programa de Zapatero ofrezca a su finca del tres por ciento un concierto económico igualito al que rige en las Haciendas Forales, de tan dulce sabor medieval, por lo demás.

De momento, en la Ejecutiva Federal callan como muertos cuando se les menta el asunto. Pero, dado que esta vez la excusa se llama infraestructuras, si al final les dijesen que no, ya estoy viendo a la airada parejita explicando a la afición de Vic que las autopistas catalanas aún son de pago, mientras disfrutan del gratis total todas esas autovías que se construyeron en la década de los ochenta en España bajo el primer gobierno del PSOE. Amén de que la anhelada conexión ferroviaria de alta velocidad entre Barcelona y Francia hubo de ser pospuesta en su día, al considerar los socialistas españoles más urgente el enlace de la Sevilla natal de Felipe González con el pérfido Madrit.

Aclarándole que hubo que esperar para que se pusiera en marcha ese tramo hasta la llegada del catalanófobo José María Aznar a La Moncloa. Y, ya puestos, revelándole que sólo con el acceso de aquel malvado centralista que respondía por Álvarez Cascos al Ministerio de Fomento se emprendería, de una vez, la modernización mil veces aplazada del aeropuerto del Prat.

Bien pensado, eso apenas implicaría renunciar al eslogan que tienen pensado para la campaña, y sustituirlo por alguna máxima de San Juan. "La verdad os hará libres", por ejemplo.

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