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José García Domínguez

El patriota

En su conmovedora ingenuidad, R piensa que una economía de mercado inserta en una sociedad abierta funciona exactamente igual que la Federación Socialista Madrileña, salvo por el detalle de las navajas.

El viejo Samuel Johnson se debe estar retorciendo de risa en su tumba. Resulta que el Adolescente, para quien no hay concepto moral, ontológico o político que no devenga discutido y discutible, abraza con la fe del carbonero su muy precisa definición del patriotismo como el último refugio de los canallas. Ayer nos lo vino a confesar al exigirle a Mariano Rajoy unas gotitas de ese veneno. Y aunque R no aclaró dónde ha de aplicarse el otro su receta magistral, se sobreentendía que, más que en los ojos o las orejas, espera que se la pase por la boca. Pues, ahora ya lo sabemos, para R el genuino patriotismo consiste en engañar a todo el mundo, todo el tiempo.

Así, a efectos de convertirse en un patriota ejemplar, no bastará, por ejemplo, con aconsejar al prójimo que guarde el paraguas en casa si el parte meteorológico anuncia tormentas tropicales. Como suele ocurrir en las matemáticas, eso constituye una condición necesaria aunque no suficiente. Un aspirante a patriota no habrá de darse por satisfecho burlando a sus semejantes en todo tiempo y lugar. De él se espera más, mucho más. Porque el verdadero amor a las raíces exige, siempre según la doctrina presidencial, dar por supuesto que la gente es imbécil.

En fin, se ve que en las dos tardes que Jordi Sevilla lo retuvo encarado al pizarrín, algo le debió explicar sobre las expectativas. Se nota que esa música le suena. De ahí que ande tan convencido de que los agentes económicos tomarán sus decisiones de ahorro, consumo e inversión obedeciendo a lo que barrunte Pepiño en la Ser o declare Rajoy a la Cope. En su conmovedora ingenuidad, R piensa que una economía de mercado inserta en una sociedad abierta funciona exactamente igual que la Federación Socialista Madrileña, salvo por el detalle de las navajas.

Por eso, en lugar de prescribir al personal el patriotismo de la infamia, debiera predicar con el ejemplo administrándose un buen trago de su filantrópica cicuta. Qué mejor modo de ratificar tan sinceras expectativas sobre el país de Jauja que nos aguarda tras los idus de marzo. Sin ir más lejos, podría empezar retirando del banco la mitad de sus ahorrillos. Que sí, presidente, ahora es el gran momento para emplearlos en alguna promoción de segundas residencias en la costa. En cuanto al resto del patrimonio de la familia, me lo envuelve en una bandera de España y lo coloca cuanto antes en opciones sobre acciones de empresas del IBEX. Ya verá qué ilusión le hará a Sonsoles cuando se entere del negociazo.

Venga, demuéstrele que es un patriota fetén, hombre.

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