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José García Domínguez

¡Heil Humala!

El teniente coronel Humala no necesita ningún programa electoral, con una esvástica le sobra. Aunque, a falta del águila germánica, los gallardetes de las milicias armadas de su partido exhiben un cóndor con las alas desplegadas.

Acaso más letal aún que la miseria y el subdesarrollo, la peor lacra que asola América Latina desde el instante mismo de la independencia es el populismo. La verborrea incontinente y falaz de esos charlatanes que predican doctrinas que saben falsas a hombres que saben idiotas, según feliz definición de H. L. Mencken. Así, tanto la izquierda racional y racionalista como la derecha civil y civilizada –Roussef y Piñera para entendernos–, diríanse condenadas a representar exótica excepción frente a la norma general. Una regla cada vez más delirante integrada por ristras de caudillos mesiánicos, indigenistas retrógrados y genuinas sagas de cleptómanos patológicos.

Y en esto llegó Ollanta. Para los liberales, el problema del Perú era la seguridad jurídica y la institucionalización de los mercados. Para los marxistas, la perpetuación de la dependencia económica por imperativo de la cadena imperialista. Para Humala, en cambio, el asunto resulta mucho más sencillo: la gran cuestión, la única en puridad, es la racial. La raza genuina de la nación, la etnia cobriza de los indios del Altiplano, debe dominar a las demás, forasteras y sospechosas de lesa patria por definición. Punto. De ahí que el teniente coronel Humala no necesite ningún programa electoral, con una esvástica le sobra. Aunque, a falta del águila germánica, los gallardetes de las milicias armadas de su partido exhiben un cóndor con las alas desplegadas.

En todo lo demás, consignas, uniformes, antorchas, desfiles paramilitares, emblemas e insignias, lleva años emulando el original hitleriano. Una patochada grotesca que, sin embargo, convendría no tomar a broma. Al respecto, en Sables y utopías recuerda MarioVargas Llosa que Ollanta, el periódico oficial de Ollanta, ya publicó en su día "la lista de quienes serán fusilados en la Plaza de Armas de Lima, por traidores a la patria, cuando el movimiento tome el poder". Nueva que, Dios mediante, habrá de acontecer la semana próxima. Al tiempo, y como sucediera con el etnococalero Morales, el tal Humala va camino de ser acogido en el tierno regazo de la socialdemocracia europea, siempre presta a apadrinar redentores bananeros. Y para acabar de arreglarlo, la alternativa resulta ser la banda de Fujimori, célebre clan de gangsters. Ahora sí, Zavalita, ahora sí que se jodió el Perú.

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