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José García Domínguez

Las amistades peligrosas

"A Piqué lo nombraron ministro y al cabo de un tiempo se afilió al PP", concluye, lacónico, el delincuente. Qué gran verdad ésa de que quien tiene un amigo, tiene un tesoro.

Prueba de que la vanidad humana, como la estupidez, no conoce límites es que al cleptómano de Macià Alavedra, en lugar de enclaustrarse en un monasterio cartujo y guardar silencio el resto de sus días, no se le ocurrió nada mejor que redactar unas memorias y publicarlas en La Esfera para bochorno de cómplices, amigos, conocidos y saludados.

Así, la proverbial vista de lince que demuestra la derecha cuando del Oasis se trata queda reflejada en sus páginas con esta reveladora confesión: "A raíz de los pactos del Majestic [el acuerdo que suscribió CiU con el PP a cambio de la cabeza de Vidal Quadras], trabé una cierta amistad con Mariano Rajoy, Rodrigo Rato y Juan Costa, que fue un gran descubrimiento para mí". Suerte, pues, que no se les ocurrió incluir también a Millet y al tal Luigi en la delegación nacionalista.

Ya en otro orden de perplejidades, más de una vez nos hemos venido refiriendo aquí al insondable misterio del catalán simpático. Grosso modo, el prodigio consiste en que ciertos catalanes, celosos guardianes del gran arcano, consiguen que la capital del Reino caiga rendida por su cara bonita. En fin, pensábamos los demás que a esos iniciados en el secreto les bastaba con imprimir el gentilicio en las tarjetas, plantarse en El Prat y... de Madrit al cielo. Aunque, a la luz de los escritos del presidiario, el asunto parece algo más complicado.

Así, a propósito del súbito ascenso a la gloria hispana de Josep Piqué, anota el quinqui pujolista: "Un día, en una comida, me pareció [sic] que Rodrigo Rato buscaba independientes catalanes para cubrir algún ministerio y hablamos de Piqué". Luego, Alavedra, que por entonces envilecía la Consejería de Industria, comunicó la buena nueva a su subordinado: "Lo llamé a mi despacho y le dije: ‘Josep, te harán ministro’". Sin embargo, a Josep "el Partido Popular no le hacía ninguna gracia, el quería ser el hombre de Convergencia dentro del Gobierno".

Paciente, hubo de esforzarse Macià con tal de vencer tanto asquito: "Yo le advertí: ‘Si entras en el Gobierno de Aznar serás un independiente, pero no el hombre de Convergencia, eso lo tienes que tener muy presente’. Lo nombraron ministro y al cabo de un tiempo se afilió al PP", concluye, lacónico, el delincuente. Qué gran verdad ésa de que quien tiene un amigo, tiene un tesoro.    

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