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José García Domínguez

Las majaderías que hay que oír sobre Cataluña

El espectro del tonto útil, aquel personaje patético que hacía el caldo gordo a los comunistas, ha vuelto a aparecer en escena.

El espectro del tonto útil, aquel personaje patético que hacía el caldo gordo a los comunistas, ha vuelto a aparecer en escena.

Al modo de la santa compaña, que irrumpe en el momento más inesperado por los caminos galaicos, el espectro del tonto útil, aquel personaje patético que hacía el caldo gordo a los comunistas, ha vuelto a aparecer en escena. Y es que no estaba muerto, estaba de parranda. Helo ahí, en las páginas de la edición dominical de El País, grotesco como en sus mejores tiempos y avalando intelectualmente a los secesionistas catalanes bajo la firma del ínclito César Molinas. Otro de aquellos alegres aliados de sus sepultureros que paseaban sus miserias por las novelas de Kundera. Así, nos acaba de descubrir Molinas con gran solemnidad que "los catalanes son europeos desde el siglo IX". Noticia fantástica que acaso siembre la inquietud en algunos por averiguar qué carajo debían de ser los catalanes en el siglo VIII. ¿Japoneses? ¿Australianos? ¿Maragatos? Misterio.

Pero no piense el lector que quedan ahí las insólitas revelaciones de las que nos hace partícipes el erudito Molinas. Porque también nos informa de que "el problema del encaje catalán en España es el del encaje de un pueblo norteño en un país sureño". En cierta ocasión, Carod Rovira aconsejó a sus amigos euskaldunes que se fijaran bien en el mapa antes de salir de excursión a mover árboles, y yo estoy tentado de hacer lo mismo con Molinas. Porque Cataluña es un país tan "norteño" como Marsella, Roma (la ladrona), Albania, Grecia o Turquía. Una fantasía geográfica, ésa, sobre la que nuestro autor asienta otra culturalista. A saber, el viejo topicazo, tan raído ya, de la esforzada laboriosidad de los protestantes frente a la presunta vagancia congénita de los católicos meridionales.

Y todo para dejar entrever que los andaluces son unos vagos. No como los catalanes, que curran mucho. Max Weber pasado por el Libro Gordo de Petete. Por lo visto, Oriol Pujol, Millet, Prenafeta, Macià Alavedra & Cia constituyen loables emanaciones del estricto puritanismo calvinista frente a la ociosa, negligente y corrupta Celtiberia papista. Qué nivel, señores. ¿Cómo explicar a los tontos útiles de la España profunda que su mítica Catalunya es la España profunda? Porque la socorrida tesis de la diferencia cultural falla por la base. Y ello por la simple razón de que aquí todos somos charnegos. La Cataluña real es un melting pot, tal vez el más importante del mundo. Sépase que durante el siglo XX tuvimos el doble de inmigración que Estados Unidos y cuatro veces más que Argentina. Entérese, Molinas: En Cataluña, todos venimos de otra parte. Si quiere descubrir España, Molinas, déjese caer por Barcelona. Yo le invito.

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