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José García Domínguez

Nuestro hombre en Gerona

Entre los allí encausados por presunta prevaricación, malversación, fraude de subvenciones, falsedad en documento oficial y tráfico de influencias ya figuraba él, Enric Millo, en un puesto de honor.

Su etapa como portavoz adjunto de CiU en el Parlamento catalán sería reconocida por todos como ejemplar: jamás incurrió en la provocación de pronunciar ni una sola palabra en castellano. Al igual, por cierto, que otro monolingüe tan modélico como militante, aquel Fidel Pallerols que robaba miles de millones a los parados de Casa Nostra con el trinque institucionalizado de los fondos europeos de ocupación. Quizá fuera por esa época cuando Josep Piqué reparó en su valía. Aunque lo más probable es que ya supiese de él algo antes.

En concreto, desde que se difundió cierto atestado levantado por la Unidad de Lucha contra la Delincuencia Organizada de la Comandancia de la Guardia Civil de Gerona. Aquél que provocó que su apellido se hiciera popular entre los lectores de las páginas de sucesos de los periódicos locales. Pues, a raíz de tan brillante actuación de la Benemérita se instruiría el proceso judicial que la prensa bautizó "caso Pallerols". Y entre los allí encausados por presunta prevaricación, malversación, fraude de subvenciones, falsedad en documento oficial y tráfico de influencias ya figuraba él, Enric Millo, en un puesto de honor.

El pujolismo daba sus últimas bocanadas y Millo, por entonces mandamás de Unió en Gerona, compatibilizaba ese cargo con una lucrativa sinecura en la Generalidad: Delegado de la Consejería de Trabajo en la misma provincia. Que por algo era uno de los hombre de confianza de Ignasi Farreras, el lugarteniente de Duran Lleida que ocupara indefinidamente esa cartera en vida de CiU. El mismo Farreras se habría de ver enfrentado a una petición de seis años de cárcel y dieciséis de inhabilitación absoluta por un presunto delito de malversación de caudales públicos.

Así, ya con su propia causa judicial abierta, Millo sería fichado por Piqué, quien lo presentaría en público como la gran esperanza blanca del giro catalanista del PPC. Por lo demás, un giro que en su caso se sucedería a velocidad de vértigo. A las dos de la tarde del día de autos, el presunto prevaricador Millo aún figuraba como máximo dirigente de UDC en Gerona. Y sólo tres horas después, a las cinco, el mismo presunto prevaricador Millo se televisaba ufano como máximo líder local del PPC. Un poco más tarde, una vez logrado el batacazo de rigor en las urnas, sus merecimientos serían, al fin, premiado en justicia: cabeza de lista indiscutible por Gerona, en las Autonómicas.

Repetido de nuevo el guión del desastre electoral, su buen nombre acaba de aparecer en otro escrito de la Audiencia de Barcelona; uno emitido el pasado jueves. Nada, un asuntillo menor. Ya se sabe, los jueces siempre con sus puñetas. Dicen los togados que "presuntamente se acordó el reintegro a favor del partido político UDC de hasta el diez por ciento de las subvenciones irregularmente obtenidas. Siendo para ello necesaria la presunta colaboración de altos cargos del partido político, tales como, entre otros, el Delegado en Girona del Departament de Treball don Enric Millo Rocher". Eso sí, en las cosas serias se puede seguir poniendo la mano en el fuego por Enric: ni una palabra en español. Ni una, como debe ser.

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