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José García Domínguez

Otro de zurupetos

Saura se dijo "ingeniero químico", sin más. Pero en cuanto los focos iluminaron al bachiller Montilla en paños (académicos) menores, el escurridizo Saura se nos trocaría sospechosamente en alguien que "estudió en la Escuela de Ingeniería Técnica".

Juraba Nabokov que no había en el mundo hobby más apasionante que la captura de mariposas silvestres. Mas si el maestro vivió en ese grave error no fue por culpa suya, ya que, al no ser español, el destino le hurtó la posibilidad de ejercitarse en la caza del zurupeto, modalidad deportiva que, por razones obvias, sólo es posible practicar en la Península Ibérica. Pues, a diferencia de esos torpes insectos que siempre se conducen de modo rutinario y previsible, el zurupeto hispano modifica sin descanso su estrategia embaucadora frente a sus perseguidores. Y es esa dimensión, digamos interactiva, la que dota a nuestro entretenimiento doméstico de una dificultad intelectual que lo eleva muy por encima la bárbara crucifixión de alevillas que fascinaba al ruso.

Baste para ilustrar el dinamismo de esta disciplina local el caso de un zurupeto cualquiera; por ejemplo, Joan Puigcercós. Obsérvese que, en una primera fase, se comporta igual que todos los ejemplares neófitos. Es decir, no repara en los riesgos obvios de alardear de sus titulaciones ful en el seno de los organismos oficiales que forman su hábitat natural. Así, el bisoño zurupeto Puigcercós se las dará de licenciado en Filosofía y Letras, y en Ciencias Políticas y Sociología, en el mismísimo Congreso de los Diputados. Sin embargo, avanzado el tiempo, altera su modus operandi. Véase a continuación cómo refina el tosco engaño inicial para seguir vendiendo gato por liebre, sin por ello incurrir en delito. Por lo demás, sólo se ha identificado una regla común entre la entomología de competición que practicaba Nabokov y la caza federada del zurupeto. Consiste ésta en que, al igual que nunca se dan dos mariposas idénticas, sucede que tampoco se descubren jamás un par de argucias zurupetiles similares.

Al respecto, repárese en el muy original caso de consejera de Bienestar Social de la Generalidad, cierta Carme Figueras, zurupeta que se atribuye una titulación imaginaria –"Diplomatura en Ciencias Físicas"– que ni siquiera existe en el mundo real. O estúdiese el sofisticado refinamiento que llega a alcanzar la muy probable impostura del más que presunto zurupeto Joan Saura, el candidato de Iniciativa per Catalunya. Así, mientras la Prensa no destapó el fraude de los "estudios de Economía y Derecho" de su cuate Montilla, Saura se dijo "ingeniero químico", sin más. Pero en cuanto los focos iluminaron al bachiller Montilla en paños (académicos) menores, el escurridizo Saura se nos trocaría sospechosamente en alguien que "estudió en la Escuela de Ingeniería Técnica". A saber.

A saber si llegó a acabar la Formación Profesional, quiero decir. Porque la actual Escuela de Ingeniería Técnica de Barcelona, a finales de los años sesenta aún se llamaba Escuela Industrial (la creó la Mancomunitat de Prat de la Riba). Y la mayoría de sus alumnos aprendían allí los muy dignos oficios de mecánico, fresador, torneno o la especialidad de auxiliar técnico de la industria química. En fin, seguro que nuestro célebre Payaso de Micolor, el gracioso burlador de charnegos que responde por Xavier Sala i Martín, desfará en entuerto en ese tercer grado suyo de las entrevistas en La Vanguardia. ¿Verdad que también le sacarás los colores a Saura, Xavi? Claro que sí. El chico se atreverá. Que nadie lo dude.

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