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José García Domínguez

Peces bendice a Rajoy

Por no mentar aquel muy audaz proyecto insurreccional del doncel Pío García Escudero, cuando tramaba crear un foco de guerrilla guevarista en las urbanizaciones de la Sierra.

Sostiene el melifluo Peces que quienes se oponen a la proclamación de su igual Mariano Rajoy como conducator del Partido Campesino de Bulgaria no sólo "no entienden el proyecto" del gallego y su cuadrilla, sino que, además, resultan ser los mismos "nostálgicos del franquismo" que en su momento "alentaron el golpe de Estado del 23-F". Tal que así pasará a los anales la penúltima deposición del ex bajo acosador institucional contra las víctimas de la ETA. Un vómito tan compulsivo como injurioso que, por lo demás, merece alguna consideración lógica, otra psiquiátrica, y unas cuantas más de orden estrictamente histórico.

De entrada, no sé yo si Peces entiende (del proyecto, claro), ni siquiera si hay proyecto alguno que entender tras el afán pueril del otro por perpetuarse en la insignificancia política, la fractura partidaria y el ostracismo electoral. Pero lo que sí sé es que cualquier argumento formal que uno sostenga, por peregrino que se antoje, ha de someterse, como mínimo, al imperativo de la consistencia interna, esa perentoria trabazón entre todos los elementos de un discurso que dota de coherencia al conjunto.

Ocurre que quienes repudian al candidato favorito del PSOE para encabezar el Ministerio de la Oposición pueden ser tenidos por una pandilla de golpistas facciosos, pero entonces resultaría improcedente acusarlos al tiempo de no comprender el proyecto. Pues las leyes de la lógica ordenan que, siendo presuntamente los disidentes del marianismo obligatorio una banda de criminales totalitarios, lo único que no cabría inferir de su herejía es que ignorasen el mensaje de paz, amor, armonía cósmica y zentrismo que promueve el líder.

Cuestión distinta sería ésa de la nostalgia incurable del franquismo que padecerían cuantos recelan del de Pontevedra. Aunque sólo fuera por contraste. Porque, como todo el mundo sabe, los principales avalistas de Rajoy proceden sin excepción de la resistencia heroica contra la dictadura. Así, Manuel Fraga, que, como es fama, en los setenta dio el salto desde el Consejo Editorial de Ruedo Ibérico al Comité Ejecutivo de la LCR. O el mismo Gallardón, que por entonces compatibilizaba las labores clandestinas como responsable de agitación y propaganda en el Comité Central del PORE, con el temario de las opos a fiscal. Por no mentar aquel muy audaz proyecto insurreccional del doncel Pío García Escudero, cuando tramaba crear un foco de guerrilla guevarista en las urbanizaciones de la Sierra.

En fin, consideración médica aparte merecería la postrera calumnia del padre biológico de la Constitución, ésa que hace referencia a ciertos alientos pestilentes que animaron el 23-F. ¿O acaso sugiere Peces que la candidatura alternativa a Rajoy la liderarán el difunto Joan Reventós ("¿Y por qué no presidido por un militar, mi general?"), el consejero de Agricultura del Tripartito, Antoni Ciurana, y Enrique Múgica, los tres compadres de aquella famosa última cena de los socialistas con el elefante blanco en el Gobierno Militar de Lérida?

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