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El Danubio de Magris es ese río del que todos ignoran la desembocadura, pero sí saben dónde nace: en la multicultural bragueta de los muslimes que la semana pasada ejercieron su ecuménico derecho a mear en el altar mayor de la catedral de Barcelona. Claudio Magris: el pensamiento débil de la vieja Europa en la que cualquiera se puede orinar. Era inevitable que se lo diesen a él. No había en todo el continente candidato más indicado para el “Príncipe de Asturias”.
 
Y si aquí confundimos a Magris con Voltaire, cómo no íbamos a tomar a Platero por Bambi. Rodríguez, empeñado en posponer todos los compromisos programáticos que lo llevaron de rebote a la Moncloa, decidió pagar un precio carísimo por adelantar el único que hubiese resultado gratis total. El que estaba al alcance de sus capacidades, porque pudiera haberlo cumplido con simplemente no hacer nada. Nadie habría exigido a ZP que tomase una medida en contra de toda la comunidad internacional si se hubiera limitado a esperar al diez de junio en lugar de salir corriendo de Irak. Bastaba con que se entretuviese viendo los Simpson en el televisor de su despacho hasta conocer la resolución de la ONU. Era tan sencillo como eso. Pero el Ministerio de Exteriores va a cambiar de sede, y se tenía que visualizar, como dicen los mindundis, que la candidatura de Palos de Moguer gana fuerza.
 
Aunque, si Magris pasa por Voltaire, “Curro” pudiera ser Tayllerand y Platero, Kant llevando a la práctica el diseño de la paz perpetua. Entonces, el único tonto sería el rey moro que debe creer que el Danubio riega Tenerife y tiene dos afluentes, uno a la altura de Ceuta, y el otro a la de Melilla. Puede que entre Moratinos, Trini y el presidente hayan engañado a Mohamed, haciéndole imaginar que ahora es el aliado preferencial de Estados Unidos en la zona del Estrecho. La jugada maestra debió ser tal que así. Hace un mes, “Curro” presentaría a ZP ante todos los que son algo en el planeta, y después se haría a un lado. Una vez solos, Rodríguez iniciaría su discurso: “Mi english is very bad… ¡It´s a beatiful day!” Consternados, los líderes del G-8 y los miembros del Consejo de Seguridad no debieron soportar la presión al escuchar de labios del leonés que el cielo es azul. De ahí que cedieran en el acto, y se sometiesen a redactar entonces un acuerdo sobre Irak en los términos exigidos por Rodríguez.
 
Claudio Magris puede pasar por Voltaire y Platero ser tenido por Jean Monet. ¿Por qué no? ¿Acaso alguien ignora que la soberanía ya no recae en el pueblo sino en la opinión pública? ¿Quién desconoce que vivimos en una democracia demoscópica? Por qué extrañarse de esas cosas, si todos sabemos que el sufragio de calidad lo tiene no Magris, sino Magro, Baltasar, y el resto del comando Rubalcaba. Faltan veinticuatro horas para que abran las urnas, pero permanezcan ya atentos a las pantallas: en cualquier momento ellos pueden empezar a votar.
 

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