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José García Domínguez

Podemos investirá a Sánchez

Lo investirán, no tienen más remedio que hacerlo. El cómo ya es otro cantar.

Lo investirán, no tienen más remedio que hacerlo. El cómo ya es otro cantar.
EFE

Tras todo el ruido y la furia teatral de rigor, Podemos facilitará la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. En realidad, no les queda otra alternativa. En una democracia mediática, y el hipersaturado espacio radioeléctrico español no resulta ser algo distinto, ocurre como en los restaurantes caros: el cliente siempre tiene la razón. Y el cliente-telespectador de Podemos jamás entendería que los suyos se alineasen con la vieja derecha de toda la vida para impedir el paso a un Gobierno que se dijera progresista. Por muy podrido que esté a sus ojos, y lo está mucho, el PSOE sigue formando parte de la gran casa común de la izquierda. Ejerce de hijo pródigo, sí, pero aún es de la familia. A pesar de todo. Porque una cosa sería gobernar con el PSOE y otra bien distinta impedir que gobierne el PSOE. E impedirlo, para más inri, yendo del bracete de Rajoy. Ese holograma fatídico, el de la estampa de Pablo Iglesias y don Mariano votando al alimón contra el cambio en España, sería mil veces más demoledor para Podemos que aquella estúpida foto que fue a hacerse Aznar en las Azores. Mil veces más.

Lo investirán, no tienen más remedio que hacerlo. El cómo ya es otro cantar. Desde luego, habría que excluir de entrada que las rémoras catalana y gallega, eso que llaman confluencias, fuesen a dar su apoyo expreso a un Ejecutivo de los socialistas con Ciudadanos. Aunque no así en el caso de los confederados valencianos. Puestos a emular en el pleno de las Cortes uno de esos alardes de esquizofrenia escénica que ha puesto de moda la CUP en Cataluña, bien podrían los diputados electos por la Comunidad Valenciana romper la concurrencia de voto a fin de bendecir la pequeña coalición de Sánchez y Rivera. ¿La coartada? Valencia, y por razones que más tienen que ver con la simple ineptitud técnica que con cualquier otro motivo, es el territorio más perjudicado por el actual régimen de financiación autonómica.

Un compromiso expreso del presidenciable Sánchez para resolver de una vez ese desafuero pudiera constituir excusa suficiente para que la gente de Compromís y el resto de los levantinos asintieran en la investidura. Al tiempo, la abstención de los demás acabaría de allanar el terreno para la alternativa. Si bien se mira, lo único que debe preocupar ahora mismo a Sánchez es el muy preciso diseño de los placebos programáticos llamados a tornar inviable un repudio de Podemos a su candidatura. Placebos como la reforma del artículo 135 de la Constitución, algo perfectamente inocuo en el plano de lo real, pero capaz de galvanizar el abatido imaginario iconoclasta de la izquierda sociológica. Añádase, en fin, un apaño de circunstancias con la letra pequeña de la reforma laboral y acaso el compromiso de implantar alguna variante de la renta garantizada para los parados de larga duración. No, no se podrán oponer. Eso sí, lo de gobernar al día siguiente ya será otro cantar. Y de gesta.                  

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