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José García Domínguez

Política de terra queimada

Mira si vale nuestro Manoliño que, este martes, nos puso esto en el periódico: "Puede ser cosa de los hombres. Hombres que no soportan haber perdido el poder. Decían amar su patria, pero sólo amaban el sillón. La patria prefieren verla quemada".

Cuentan las crónicas que en el sin par espectáculo tragicómico del bombero torero —o el bombeiro Touriño que le dicen ahora— han ingeniado un nuevo gag para solaz del respetable público. La gracia consiste en que dan en falarles a las llamas en galego, ya que como el fuego es tan rojo parece que le tocaba algo el carallo que le anduvieran farfullando no castrapo que inventou Franco. Así, mientras Galiza arde, en el circo de Touriño nadie pone la cara; sin embargo, para que non se diga, todos poñen idiomas. El primero, el jefe, que además de conocer la única lengua vehicular de las toxos de Betanzos y las xestas de Chantada, se maneja con soltura en muchos otros sistemas de signos. Porque Touriño se nos está revelando un erudito en la cosa de los lenguajes no verbales de raíz indoeuropea; al punto de que nadie en la plaza recordaba otro rapaz tan despierto en el arte de despedirse a la francesa, ni adornado de mayor gracia a la hora de hacerse el sueco.

Pero es que o Anxo Quintana, como es suevo, también se te defiende en morse, que eso de Internet é cousa do demo e dos imperialistas romanos. Y así, a golpe de dedo, ha mandado recado de que, por min, como si Nerón lle volve plantar lume a Roma. Stop. Que as vacacios muy ben. Stop. Graciñas. Stop. Que, ante todo, moita calma. Stop. Que si non chove hoxe, xa choverá mañá. Stop. Que si me liades tanto ruido, ainda aparecerá o outro pailán da Mareta pra marear coa comedia das fotos, os mensaxes solidarios e esas vainas. Stop. Que entre todos estadesme derramando o bronceado. Stop. Que menos mal que nos queda Portugal. Stop. Así que nada de mendigar nin un balde de auga o exercito de ocupación. Stop. E que xa me podedes esperar sentadiños. Stop. Unha perta. Stop. Anxo. Stop.

Y más arriba, Cristina Narbona sabe latín. De ahí que domine como nadie la ancestral suerte de lanzar las pedriñas escondiendo la manita. "Los incendios los están provocando los despechados. Y tú ya me entiendes. Porque si yo hablara… Huy si yo hablara". Aunque, teniendo en nómina a ese mociño tan salado, Manolito Rivas, para qué ha de hablar la señora ministra. Ese sí que sabe. Bueno es nuestro Manoliño. Nuestro Manoliño te sabe lo que no está en los libros: el idioma de las mariposas, y el de las raposas, y el de los porquiños, además del de las aves de corral, que es el suyo propio. Incluso, como tenche la lengua medio bífida, hasta chapurrea el dialecto de las víboras. Mira si vale nuestro Manoliño que, este martes, nos puso esto en el periódico: "Puede ser cosa de los hombres. Hombres que no soportan haber perdido el poder. Decían amar su patria, pero sólo amaban el sillón. La patria prefieren verla quemada". Xa o decía eu: foi Aznar.

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