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José García Domínguez

Republicanos de jardín de infancia

Tan denostado por todos hoy, el régimen del 78, esto es, la Monarquía constitucional y parlamentaria, hizo posible la mejor España que haya existido jamás.

Tan denostado por todos hoy, el régimen del 78, esto es, la Monarquía constitucional y parlamentaria, hizo posible la mejor España que haya existido jamás.

Allá por 1978, cuando el debate constituyente, don Julián Marías, un español que había defendido la República no con cháchara en los bares y en las tertulias sino con un fusil en las manos y una pistola al cinto, glosó con alguna amargura el infantilismo iconoclasta de aquellos parvenus del recién resucitado PSOE. Tras los famosos cien años de honradez –y cuarenta de vacaciones, que decía siempre Ramón Tamames–, Felipe González y su escudero Guerra se empeñaron en que quedase constancia para la Historia de su definitiva inmadurez política. De ahí el voto particular del Grupo Parlamentario Socialista del Congreso que, para oprobio de ese par de pensionistas, consta hoy en el archivo del Boletín Oficial de las Cortes. Una propuesta, la de los bisoños González y Guerra, que rezaba tal que así:

Artículo 45. La Jefatura del Estado la ostentará el presidente de la República, que asume su más alta representación y ejerce las funciones que le otorga la Constitución.

Artículo 46. El cargo de presidente de la República tiene una duración de seis años y no será posible la inmediata reelección. Podrán ser elegidos los ciudadanos mayores de treinta años que estén en el pleno uso de sus derechos civiles y políticos.

Artículo 47. La elección del presidente de la República se producirá en una sesión conjunta de las Cortes Generales, en la que participarán también cinco representantes por cada territorio autónomo, elegidos por su asamblea legislativa. Será elegido el candidato que obtenga los tres quintos de los votos de los miembros del Colegio Electoral formado de acuerdo con el párrafo anterior. Si en tres votaciones ningún candidato hubiera obtenido ese quórum será suficiente la mayoría absoluta.

Como se ve, nada nuevo bajo el Sol. Igual que los camisas viejas de la Falange arrastraron toda la vida en mito de la revolución pendiente mientras criaban barriga en alguna covachuela oficial, la progresía naïf que, por edad o por miedo, no hizo nada contra la dictadura también necesitaba fantasear con su propio 14 de Abril. Lo necesitaban y lo siguen necesitando, por lo visto. En cambio, la gente del Partido Comunista, que entonces no era un partido de niños y sí había estado en la lucha por la libertad, mantuvo una actitud adulta desde el principio a propósito de la forma de Estado. Tan denostado por todos hoy, el régimen del 78, esto es, la Monarquía constitucional y parlamentaria, hizo posible la mejor España que haya existido jamás. Un país del que, por fin, no teníamos que avergonzarnos. Cuantos han tenido la infinita suerte de haber nacido en democracia, como la mayoría de los que andan clamando por la República en calles y plazas, nunca serán conscientes del privilegio histórico que gozan. ¿Cuándo crecerán?

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