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José Ignacio del Castillo

Racismo y esclavitud

Como ya avisamos, la Conferencia Contra el Racismo organizada por la ONU ha terminado con las acostumbradas declaraciones de condena a Occidente. Aunque los países africanos no han conseguido obtener “reparaciones económicas por la esclavitud”, sí que han obtenido las disculpas de los países occidentales que tuvieron legalizadas tan execrables prácticas hasta su abolición hace relativamente poco tiempo. Aparentemente la disculpa es justa. No obstante, si examinamos más de cerca el asunto, el despropósito es de tal magnitud, que sólo la tergiversación de los hechos con una indudable mala fe de por medio, lo hace explicable.

La esclavitud ha existido prácticamente en todas las épocas, en todas las culturas y en todos los regímenes políticos. Ha habido esclavos blancos, negros y amarillos. Si en la actualidad, esta odiosa institución prácticamente ha desaparecido de la faz de la tierra, ello se ha debido indudablemente, a los ideales de libertad individual y dignidad humana que inspiran la tradición de Occidente. Fueron esas ideas las que impulsaron un movimiento abolicionista de honda inspiración cristiana y liberal. Primero prohibiendo el tráfico de esclavos, luego emancipando a los esclavos existentes en América y más tarde a través de la presión sobre las autoridades coloniales que fueron imponiendo en todos los lugares del mundo la abolición de la esclavitud (casi siempre contra los deseos de las autoridades nativas), la batalla contra la esclavitud y su erradicación tuvieron siempre su origen en Occidente. Hacer pagar o pedir perdón a muchísimos occidentales por algo contra lo que lucharon, es algo similar a hacer responsable de los crímenes de Castro a Montaner por ser cubano.

Si es absurda la idea de que Occidente (sus ideas y lo que representa) ha sido culpable de la existencia de la esclavitud en el mundo, presentar el hecho en términos de racismo de blancos contra negros es un abuso inaceptable. Como explicaba el afroamericano Thomas Sowell, los barcos negreros de los “blancos”, no capturaban esclavos negros cazándolos en la selva, sino que se los compraban a otros negros que ya los habían esclavizado previamente. Otro intelectual afroamericano, Morvecai Johnson, consideraba que este hecho de “esclavizar a tu propia gente para venderla a los extranjeros de otras razas”, no ha tenido parangón en la historia, marcando un nivel de degradación del que “su pueblo” tenía que estar avergonzado. Sowell concluía que, puesto que fueron los africanos los que capturaron y vendieron a los esclavos y dado que son ellos los que hablan de “reparaciones”, quizás lo más justo fuese que ellos mandasen las indemnizaciones a los descendientes de los esclavos en América.

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